PAGINA VALDENSE

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martes, 3 de julio de 2012

Programa de Capacitación Teológica con Pueblos Originarios:


Caminos y esperanzas

Por María Laura Tolu

Hace más de dos décadas un grupo de personas de varias iglesias evangélicas (valdenses, metodistas, evangélicos del Río de la Plata, pentecostales, entre otros) se reunieron bajo el cielo chaqueño para organizar talleres de capacitación teológica.
Este hecho tan sencillo que expresa la intención de un grupo de personas de aprender un poco más de Biblia y teología fue el comienzo de algo imprevisto.

Si miramos más de cerca este grupo nos encontramos con distintas personas y distintas historias que han coincidido en tiempo y espacio para encontrarse. Entre las personas que integraban ese grupo había líderes políticos y religiosos tobas, jóvenes tobas inquietos, pastores y laicos.

Cada persona presente en esa reunión llegaba a ese lugar junto con su historia de vida, con su cultura, sus creencias, sus convicciones políticas y religiosas.
Algunos vivían en el campo, otros en grandes ciudades, llegaron por distintos caminos algunos de tierra y otros de asfalto, algunas personas trabajan en las cosechas, otros ocupan cargos del gobierno provincial, otras son maestras, otros son profesores y pastores. Otros cuidan animales y recolectan productos del monte.

Estaban en ese lugar  para organizar el estudio bíblico, interesados en conocer y aprender más de la Biblia y las experiencias del pueblo hebreo. Isedet, a través del Educab comienza a trabajar en talleres en el Chaco, en el departamento Güemes de esta provincia en el intercambio de experiencias en la lectura bíblica.

Muchas sorpresas, descubrimientos e interrogantes atravesarían esta tarea.
Por un lado quienes llegaban a tierras chaqueñas con un programa armado para desarrollar en el taller, se encontraban con una experiencia nueva y distinta. Por otro lado, las personas que participaban en estos talleres, conocían poco el idioma español, muchos de ellos apenas leían, tenían comidas, casas y paisajes distintos. Se encontraban con otra manera de expresar sus creencias, de conocer el mundo. En definitiva, de a poco o de repente, se dieron cuenta que estaban en otro contexto cultural.

Esta realidad de la tarea originó muchos interrogantes: ¿Cómo leer la Biblia respetando la cultura e identidad del pueblo toba? ¿Cómo crear puentes de diálogo entre los pueblos de la Biblia y el pueblo toba? ¿Cómo reflexionar sobre experiencias religiosas que han ocultado y condenado la cultura del pueblo toba?

De esta manera la experiencia de lectura bíblica en el monte chaqueño fue adquiriendo colores y formas antes impensadas. Surgió la necesidad de pensar la manera de organizar los talleres que se estaban realizando de vez en cuando. Las personas interesadas, pastores, laicos, laicas, profesores, se juntaron y dieron forma al proyecto.
Como resultado se escribe una cartilla con la fundamentación, la descripción del contexto, los objetivos y propósitos del programa y nace el “Programa de Capacitación Teológica con Pueblos Originarios”.

Este Programa propone combinar la dimensión integral de la cosmovisión aborigen (su aspecto religioso, cultural y económico) con una vivencia teológica cristiana que dignifique las distintas dimensiones de la vida que han sido negadas por considerarse diferentes.

Esta combinación demanda una toma de posición frente a la realidad conocida y compartida con los pueblos originarios de nuestro país. Por este motivo consideramos que la lectura bíblica debe ayudar a fortalecer el proceso de organización de las comunidades y la búsqueda de alternativas  dignas para todos y todas sus integrantes.

La creación de espacios que generen una reflexión bíblico-teológica y el encuentro entre comunidades y denominaciones religiosas aborígenes es fundamental para el diálogo sobre las distintas situaciones que atraviesan los pueblos originarios de esa región.

Rompiendo moldes

La propuesta de lectura bíblica que adopta el Programa (Escuela Bíblica y talleres de reflexión bíblico-teológica) tiene algunas particularidades. Leer la Biblia desde las “historias de vida” que estas contienen es una de ellas. Esto nos permite abrir un diálogo con las diferentes personas que en el texto están presentes sin perder de vista aquellas historias que no son visibilizadas.
Descubriendo estas historias de vida prestamos atención a la relación de las personas con la divinidad, y también a las maneras cómo se relacionan entre ellas. Una interacción que no es homogénea sino diversa, porque las personas y sus experiencias son diferentes.

Leer la Biblia desde sus “historias de vida” nos permite reflexionar sobre nuestras historias de vida, los conflictos, sus soluciones y problemas. Posibilita la valoración de cada vida que se presenta en el encuentro, la recuperación de su autoestima y el reconocimiento de su cultura como portadora de valores.
“Gracias a la Biblia nosotros podemos descubrir el valor de cada cultura… En esta Escuela se valora lo que es nuestro y nos da ánimo de estar y participar en la sociedad blanca porque ya que vivimos juntos en un país, debemos poder dialogar y eso para nosotros eso es importante.” “La Escuela Bíblica abrió puertas. Muchas puertas estaban cerradas, había puertas abiertas, pero que nos llevaban a otras cosas” expresan algunas mujeres tobas en relación al trabajo del Programa.

Este espacio de lectura bíblica es un momento para acercarnos a la realidad de la comunidad actual y a la del pueblo bíblico, para transformar nuestro aquí y ahora. En este espacio inclusivo, cada participante siente que tiene la posibilidad y el compromiso de aportar y recibir conocimiento de otros participantes. También descubren que cada momento que se vive representa un aprendizaje para el desarrollo de las comunidades.

Se espera que a través de una relectura de la Biblia en libertad, podamos unirnos en la recuperación del Dios de la vida y que genera vida. Es un  intento de caminar juntos  Pueblos autóctonos y  Pueblos venidos desde afuera, unidos en la fe en un mismo Señor que nos permite mantener nuestras diferencias en un marco de respeto, para encarar búsquedas comunes que nos lleven al descu­brimiento y experimentación aquí y ahora del nuevo cielo y la nueva tierra” dice el documento que explica los propósitos del Programa.

Este acercamiento bíblico nos pone en conflicto con miradas tradicionales al texto bíblico donde la Palabra se impone como normativa de ideas, valores y culturas ocultando colores y formas diversas. A la vez nos encontramos con procesos históricos que, ciertamente, han oprimido a los seres humanos y han tomado como elementos constituyentes del seguimiento a Jesús el sufrimiento y la imposición.
La utilización del mensaje bíblico ha sido una herramienta importante mal usada en la construcción de discursos opresivos por eso nos resulta un desafío esencial cuestionar esos discursos en la búsqueda de otros participativos e inclusivos, que tomen en cuenta aquellas personas que han sido olvidadas.

Estas miradas tradicionales nos han moldeado de tal manera que muchas veces nos impiden descubrir las historias de vida que Dios nos quiere contar.
Develar estas historias es un desafío constante hacia nuestras ideas y pensamientos. De manera que las personas del pasado bíblico y del presente irrumpen en nuestra lectura bíblica rompiendo moldes.


Aprender a usar la “S”

La invitación a participar del Programa de Capacitación Teológica con Pueblos Originarios representó en mi experiencia personal un desafío y una posibilidad.
Un desafío porque conocer y escuchar testimonios de fe desde una forma diferente de organizar la vida es una experiencia cuestionadora y movilizante de mis creencias. Una posibilidad, porque ser cuestionada y movilizada permite crecer.
Dejarse interrogar por aquel diferente o semejante, me interpela sobre lo qué soy, quién soy, y cómo soy, sobre lo que somos, quiénes somos, cómo somos.

Además, hay algo que este desafío y posibilidad me enseñan: a usar la “S”. A pensar nuestras comunidades en plural, a pensar que esas comunidades educativas y  de fe están formadas por historias de vidas con experiencias distintas. A pensar en culturas, experiencias de Dios, ejemplos, miradas, pensamientos, sentimientos, pueblos que participan en el entramado de la vida.
“Aprender cómo hablar, y sobre todo a escuchar y esperar, descubrir en la práctica qué quiere decir esto del ser y el estar” sostiene Blanca Geymonat en relación a su experiencia de trabajo en el chaco.
Este entramado tiene distintos recorridos, caminos llenos de esperanzas que posibilitan otros discursos, desde la perspectiva bíblica, que sean liberadores para todas y todos los habitantes de América Latina.









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