PAGINA VALDENSE

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domingo, 29 de julio de 2012

Ante la condena a los aprepiadores de bebés de la dictadura militar:


Justicia

“La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que yo haga justicia.”
(Génesis 4:10)


   El pasado jueves 5 de julio fue memorable para la sociedad argentina e incluso, me atrevería a decir, para todas aquellas personas que bregan por que haya justicia en el mundo entero: el salón judicial estaba repleto de público, la ansiedad devoraba los nervios de muchos, la espera de años, las lágrimas y el dolor contenido por décadas. Sin embargo, el día al fin llegó.
   La justicia, mediante la presidenta del Tribunal Oral Federal 6, María del Carmen Roqueta, señaló que se implementó una “práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de menores de edad” en “el marco de un plan general de aniquilación que (se) desplegó sobre parte de la población civil, con el argumento de combatir la subversión implementando métodos del terrorismo de Estado durante los años 1976 a 1983 de la última dictadura militar”[*]. A raíz de esta definición, la jueza condenó a los ex jefes militares, y también expresidentes de facto, Jorge Rafael Videla y Reinaldo Benito Bignone, a cincuenta y cuarenta años de prisión respectivamente, además de emitir otras condenas a siete personas más por participar, en diversos grados, en el robo de bebes en el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
   Este juicio es la culminación de un trabajo de treinta y cinco años por parte de las Abuelas de Plaza de Mayo, los familiares de víctimas del terrorismo de Estado y otras tantas miles de personas que, con mucho coraje, se animaron a enfrentar el horror, le pusieron palabras a lo terrible y fueron juntando, poco a poco, miles de pruebas que culminaron con la aparición de cien niños (ya ahora adultos) sustraídos y la condena judicial antes mencionada. 
    Este acontecimiento me acerca al texto bíblico de Génesis 4: 1:16: este pasaje es un relato mítico, el cual trata sobre la violencia que anida en la experiencia humana. La narración es conocida universalmente: dos hermanos, Caín y Abel, el primero labrador y el segundo criador de ganado. Ambos tributaron los primeros frutos de su trabajo a Yavé, el cual recibió con agrado las primicias de Abel, no así las de Caín. Éste se enojó mucho y Dios le advirtió que hiciera lo bueno porque el pecado está asechando.
   El relator, mediante la recreación de la figura del pecado como si fuera una fiera, nos pone en alerta sobre lo que va a ocurrir pero, además, es la primera vez que en los textos bíblicos se habla de “pecado”, no antes, como la tradición cristiana asigna que asigna el  primer pecado a Adán y Eva. El relato del Génesis es categórico al darle el estatuto de pecado al crimen de Caín sobre Abel.
   Yavé interroga a Caín quien responde con evasivas y, en el versículo 10 le pregunta: “¿Qué has hecho?”. El profesor Pablo Andiñach, reflexiona al respecto: esta pregunta “es la más fuerte y grave de toda la narración. Habla del horror de Dios ante la acción humana de destruir la vida del hermano. Entre las tareas que el Creador había asignado al ser humano (dar nombre a las cosas, gobernar sobre los animales, labrar y cuidar la creación, unirse a la mujer para reproducirse) no estaba la facultad de asesinar al prójimo destruyendo lo que Dios había creado”[†].
   La pregunta que le hace Dios a Caín nos atañe a todos pues ¿qué sentido tiene el horror? ¿Qué teoría política o filosófica puede explicar la desaparición de personas, el robo de bebés o el arrojar personas vivas al mar? ¿se pueden explicar estos hechos horrorosos desde el punto de vista de lo que los militares llamaban la “guerra antisubversiva” o desde las políticas que el Departamento de Estado norteamericano implementó en “la región”? ¿O se podrían interpretar estos actos terribles desde el propósito de consolidar un proyecto político y económico que fortaleciera el poder de grandes corporaciones trasnacionales en desmedro de la economía local? De hecho el horror desborda cualquier abordaje racional.
   El psicoanalista y docente Osvaldo Delgado cita a Jacques Lacan, quien, en su Seminario número 11, dando cuenta de lo ocurrido en los campos de concentración nazis, afirmó: “las categorías hegeliano-marxista no pueden terminar de dar cuenta de ese horrendo sacrificio a los dioses oscuros”[‡]. Por su parte, la psicoanalista Norma Slepoy señala que: “suele considerarse que el psiquismo tiene una incapacidad que le es inherente, de representar aquello que desbordaría las posibilidades de imaginar y simbolizar”[§].En este sentido, Slepoy advierte que la acción de las fuerzas armadas durante el proceso fue una construcción sistemática y planificada para infundir el terror en la población. Ellos, mediante un golpe de Estado, se apropiaron del espacio gubernamental, sitio que debiera estar en manos de gente idónea para cuidar del bienestar de la sociedad, en cambio, sembraron el horror mediante la fuerza con el propósito de paralizar y aterrorizar a millones de personas.
   ¿Qué han hecho? ¿Por qué el goce oscuro de hacer sufrir hasta la muerte a miles de personas? Esta búsqueda de representar lo terrible tuvo además el obstáculo de la negación de información por parte de los militares. Recordemos aquella entrevista realizada en los años oscuros del Proceso en la que un periodista le pregunta a Videla sobre los desaparecidos y él responde, con una sonrisa perversa, “¿Qué es un desaparecido? No está ni muerto ni vivo, no tiene entidad, por lo tanto no se puede hacer nada”. Estas palabras representaron el modo de pensar y actuar de los militares golpistas. Este pensamiento se parece mucho a aquella respuesta de Caín ante el requerimiento de Dios sobre su hermano Abel: “No lo sé, acaso es mi obligación cuidar de él” (Génesis 4:9).
   El historiador Israel Lotersztain, citando un curso de Antiguo Testamento que dicto la doctora Christine Hayes en el año 2006, en la Universidad de Yale, recuerda la siguiente aseveración: “Caín es castigado, pero su culpabilidad tiene características muy particulares. Se supone que si alguien es culpable debe demostrarse que ha violado alguna ley, alguna norma. Y Caín muy bien podría aducir que hasta ese momento Dios no había dictado ley alguna, lo haría tan solo luego del Diluvio. Por ello, (…) cabe deducir que la Biblia presupone la existencia de una ley básica, previa a cualquier otra, primordial, una ‘ley moral universal’ que rige al Universo desde la misma Creación, y esta ley es la que define que la vida humana es sagrada. Y es la violación de esta ley básica, primordial, la que hace culpable a Caín.”[**]
   En este sentido, podemos reflexionar que por más que durante años se intentó desde el Estado argentino desplegar un manto de olvido imponiendo los decretos de Obediencia Debida y Punto Final, no pudieron hacer que nos olvidemos de que hubo quienes detentaron espacios de decisión para aniquilar a sus prójimos. Además, por más que nosotros no queramos ver lo ocurrido, la sangre misma de nuestros hermanos, derramada en la tierra, clama y seguirá clamando por justicia.
   Por esta razón es que se nos hace indispensable tener despierta la memoria, poder hablar de aquello que pasó, contarle a los más jóvenes para que no vuelvan a ocurrir más hechos horrorosos como aquellos y seguir buscando que se haga justicia. En ese sentido, ¿Cómo se puede plantear una verdadera reconciliación nacional si no hay justicia?
   Por esta razón es que el fallo de la jueza Roqueta, condenando a aquellos que robaron bebés en la dictadura es un acto reparador, es un signo de esperanza que vuelve a poner de pie a aquellos que durante décadas han sufrido tanto dolor.  

Eduardo Obregón.
  
  


[*] Dandan, Alejandro: “Una práctica sistemática y generalizada”, www.pagina12.com.ar (6 de julio de 2012).
[†] Pablo Andiñach  Comentario Bíblico Latinoamericano 1: Génesis  Verbo Divino, Navarra, 2005 (pagina 376).
[‡] El libro de los juicios  Instituto Espacio para la Memoria: La dictadura como perversión y goce oscuro. Entrevista a Osvaldo Delgado  IEM, Buenos Aires, 2011 (página 26).
[§] El libro de los juicios… La representación de lo traumático. Entrevista a Norma Slepoy (página 29).
[**] Lotersztain, Israel Caín y Abel  www.pagina12.com.ar (20 de enero de 2007).

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