“Hay una población
desarraigada que necesita de nuestra solidaridad”
Acompañado por la vicemoderadora de la Iglesia Evangélica Valdense del
Río de la Plata, Mabel Gonnet, nos adentramos a caminar por las soleadas
callecitas montevideanas, y luego de andar algunas cuadras, nos adentramos por
la calle Colonia y entramos en un edificio antiguo, allí nos esperaban Gabriela
Cortina, la coordinadora general de SEDHU y Alberto Gianotti, uno de los co-fundadores
de dicha institución, con ambos conversamos sobre la labor de la institución
con los refugiados y los migrantes económico que habitan el suelo uruguayo, nos
cuentan sobre las dificultades con las que esta población se encuentra, además
de continuar con su labor con los desexiliados uruguayos, a los cuales les
ofrecen asesoramiento para realizar sus trámites jubilatorios.
Alberto Gianotti es psicólogo de profesión e
integra el organismo desde el año 1985. Hasta hace unos años él ocupaba el
cargo de Secretario institucional de la institución y hoy, luego de cumplir su
mandato, sigue participando en el SEDHU como lo viene haciendo desde hace
veintisiete años atrás. En cambio, Gabriela Cortina participa en el organismo
desde hace siete años atrás. “Llegué a SEDHU, en realidad, porque me gustaba el
tema de los refugiados, me llamaba la atención, y en un acto que se hizo por el
día del refugiado en Cinemateca, conocí al SEDHU; todavía no había terminado de
estudiar, soy licenciada en relaciones internacionales (recibida en la
Universidad de la República), había terminado de hacer mi posgrado y estaba
viendo a ver que hacía. Fue así que empecé a trabajar en SEDHU como
voluntaria”, rememora la actual secretaria general de la institución.
Los comienzos.
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: “El 90 % de los
integrantes del equipo técnico pertenecíamos a la misma población a la que
estaba dirigida el programa” (Alberto Gianotti)
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En tiempos en que Alberto Gianotti
participaba en la institución, ésta se denominaba Servicio Ecuménico de
Reintegración (SER) y su objetivo fundamental era –en tiempos de la reapertura
del período democrático- acompañar a los exiliados uruguayos que estaban
volviendo del exterior y a los presos políticos, todos ellos necesitaban
imperiosamente reinsertarse en la sociedad.
El SER fue un proyecto que nació en 1984,
fruto del diálogo entre algunos espacios católicos y protestantes que,
avizorando el arribo de la democracia, observaban con preocupación el modo de
recibir al contingente de refugiados uruguayos que estaban por volver.
Recordando aquellos días, Alberto asevera: “de algún modo se pensó que era la
mejor manera que se tenía de testimoniar, desde el punto de vista evangélico,
la contribución de las iglesias y de las personas cristianas a lo que iba a ser
la reconciliación, el reencuentro de todos los uruguayos en una etapa nueva, democrática.
Y también significaba un doble desafío: por un lado, trabajar en conjunto
congregaciones católicas y protestantes y, a su vez, un desafío para trabajar
con una población que, filosófica, idieológicamente e incluso desde el aspecto
religioso, podría no corresponder a lo que pensaban y creían las iglesias que
estaban constituyendo este organismo.”
En aquellos años la labor del SER se
concentraba en dos grandes programas: uno, denominado “de emergencia”, el cual
se proponía atender las necesidades más acuciantes de trabajo, vivienda y salud
de los ex presos y exiliados, y el otro, el más importante, el de reinserción
laboral, allí se impulsaban proyectos diversos de carpintería, herrería,
artesanías, pequeños comercios, etc.
Al rememorar aquel momento, Alberto
reflexiona: “los representantes de las iglesias tuvieron una buena visión en
cuanto a la composición de los equipos técnicos que, prácticamente en un 90%
fueron integrados por personas que pertenecíamos a la misma población a la cual
se dirigían los programas. Creo que eso facilitó la comunicación en todos los
sentidos; es decir, fue como el eslabón, la polea transmisora que permitió
llegar a las poblaciones y facilitar la apertura a la ayuda que daba este
organismo.”
Luego, en 1990, las instituciones que
crearon SER consideraron que la labor con exiliados uruguayos había concluido
y, debido a la experiencia positiva de este espacio ecuménico, decidieron abrir
otro espacio, mediante el cual se pudiera retribuir la solidaridad que los perseguidos
políticos habían recibido de otros países, ayudando a los refugiados y a los
migrantes económicos que habitan actualmente en suelo uruguayo. Así fue que
nació el Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana, institución integrada por
la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Arzobispado del Montevideo de la
Iglesia Católica, Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, Iglesia
Anglicana de Uruguay, Asociación Cristiana de Jóvenes, Centro Franciscano
(C.I.P.F.E), Cáritas Uruguaya y la Iglesia Metodista del Uruguay (que participa
en su carácter de miembro fraternal).
Los refugiados en Uruguay
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“A veces uno les dice: usted
piense solamente en buscar un trabajo’ cuando a la persona hace dos meses le
mataron a su familia” (Gabriela Cortina).
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“Los
desafíos con las personas refugiadas e inmigrantes son innumerables –asevera
Gabriela-; mucho más con las personas refugiadas, que se ven forzadas a tener
que dejar su país, que es lo que pasa con aquel que es perseguido y tiene que
irse, y se va con lo puesto, dejando familia atrás, si es que la tiene porque
puede ser que incluso su familia haya sido asesinada, y llega con lo puesto, no
solo materialmente sino con un daño tal a su persona que es muy difícil que esa
persona pueda volver a empezar. Hay muchos problemas internos que hay que ir
solucionando para que esa persona pueda volver a reconstruirse” y agrega: “el
refugiado está definido como una persona que tiene un temor fundado de
persecución por razones de opinión política o porque pertenece a un determinado
grupo social, a una determinada raza, a una determinada religión, a un
determinado género o porque en el país en que están existe una sensación de
violencia generalizada tal que amenaza los derechos humanos.”
Entre refugiados y solicitantes de refugio,
en Uruguay suman 230 personas, el 40 % de ellos son mujeres y el 60 % son
hombres. En su gran mayoría, provienen de Colombia. Hace cincuenta años atrás
que aquel país atraviesa conflictos internos que hacen que poblaciones enteras
corran peligro de muerte. Por esta razón es que miles de personas emprenden una
peregrinación en busca de un lugar que esté lo más lejos posible de su lugar de
origen. Por esta razón es que algunos de estos exiliados llegan a Uruguay, un
país que se halla a miles de kilómetros de su país natal.
Otro grupo importante proviene de África:
gente que proviene de Nigeria, Camerum, Ghana y Costa de Marfil. En su gran
mayoría son varones que llegan al país escondidos en barcos sin tener la menor
idea de donde van. En su condición de pasajeros clandestinos pasan hambre y sed
durante quince o veinte días hasta que llegan a un puerto desconocido.
Cuando una persona solicita ingresar al país
como refugiada, su caso será evaluado por un organismo estatal, la Comisión de
Refugiados (CORE), la cual, ateniéndose a lo que estipula la ley, indicará si
el caso del o la solicitante corresponde a los casos de refugiados. El SEDHU en
su condición de agencia representante en el Uruguay del Alto Comisionado de
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es una de las integrantes del CORE.
En el
caso de que la persona sea reconocida como refugiada por el CORE, el estado se
compromete a proveerle el documento de identidad pero, advierte Gabriela que
“Ahí recién comienza todo: ellos tienen que conseguir trabajo, sin tener
referencias en Uruguay porque las referencias en Colombia no sirven, en este
país es muy difícil. Necesitarían un trabajo que les permita alquilarse una
piecita en una pensión, que es muy costoso. Si quieren traer a su mujer y a sus
hijos la persona tiene que tener adonde vivir. Esos son los grandes problemas
que tiene la población refugiada, que también los tiene la población migrante
común pero la diferencia es que los migrantes tuvieron la oportunidad de elegir
salir, mientras el refugiado se vio obligado y no pudo juntar dinero para
preparar la salida”.
Además, los refugiados son víctimas de
experiencias horrorosas que hacen mella en sus vidas: muchos de ellos han sido
torturados e incluso han sido testigos de cómo asesinaban a sus familias. “A
veces uno les dice: usted piense solamente en buscar un trabajo’ cuando a la
persona hace dos meses le mataron a su familia”, asegura la secretaria general
de SEDHU y agrega: “lo que hay que reconocerles a los refugiados es el coraje
de empezar de nuevo pero eso que vivieron también sigue estando”.
Las personas en situación de refugio arriban
al país con un alto grado de deterioro y necesitarían una atención mayor de la
que Gabriela y su grupo le pueden ofrecer; en sus palabras, ella deja entrever
las grandes dificultades a las que se deben enfrentar cotidianamente: “a veces
la gente piensa que un refugiado viene a hacer turismo, pero no tienen una
asistencia del Estado y lo que nosotros les podemos brindar es algo puntual, es
una asistencia de emergencia pero después ellos se la tienen que arreglar
solitos. Lógicamente, con el apoyo y la contención que esta institución les
puede dar pero que es muy limitada”.
Los migrantes económicos.
Los migrantes económicos son aquellas
personas que salen de su país de origen porque las condiciones económicas no
están dadas y parten a otro país en busca de un futuro mejor. En Uruguay, los
migrantes provienen de Bolivia, Paraguay, Argentina, Brasil y también hay una
comunidad importante de peruanos.
“Cuando llegan a Uruguay se encuentran con
el problema de la documentación. En este país que somos muy legalistas y los
papeles son muy importantes, estar documentados es lo principal. Y sacar la
documentación en Uruguay es bastante complejo. Ahora la Dirección de
Migraciones hizo algunas modificaciones por lo cual la primera cedula está
siendo un poco más sencilla de conseguir pero para tener la residencia legal en
Uruguay hay que demostrar que uno tiene medios de vida, uno tiene que tener
trabajo, demostrar que se puede mantener. Nuestro trabajo con los migrantes es
un acompañamiento para que puedan regularizar su situación en el Uruguay. Para
que cualquier persona pueda acceder a sus derechos tiene que estar documentada.
Si no estás documentado, en este país no tenés derecho a nada. Lleva mucho
tiempo sacar la residencia, es cierto, lleva año, año y medio, dos años, pero aun
sin tener el documento, la cédula les sale bastante rápido y eso les permite
acceder a un trabajo. La mayoría de los migrantes con los que trabajamos hoy,
las mujeres trabajan como empleadas domésticas y los hombres trabajan vinculados a la pesca, en los barcos, o como
artesanos. SEDHU atiende a unas 250 personas migrantes por año, tenemos una
escribana que trabaja voluntariamente con nosotros, nos ayuda con los convenios
con Relaciones Exteriores para exonerar una parte del costo de las
legalizaciones que son muy caras y una mujer que trabaja como empleada
doméstica no puede acceder a pagar 60 dólares por legalización cuando tiene que
hacer 10 legalizaciones, porque no le alcanza el sueldo”, explica Gabriela.
Y continúa la referente de SEDHU: “Uruguay
es un país que no tiene una discriminación abierta hacia el diferente, si
existe pero somos muy políticamente correctos para hacerlo así abiertamente. Sí
existe discriminación a nivel laboral, de hecho, que una gran cantidad del
porcentaje de mujeres trabaje como empleadas domésticas tiene que ver con que
ofrecen condiciones de trabajo más favorables para los patrones que una
doméstica uruguaya. Si bien existe una legislación de la empleada doméstica,
que regula los horarios laborales para no trabajar desde que te levantas hasta
que te dormís, se topan con que, cuando recién llegan son más vulnerables a la
explotación. Claro, llegan a una casa, trabajan y después, con el tiempo, se
van enterando que tienen derechos a poder trabajar en mejores condiciones”.
Los desexiliados uruguayos
Cómo en sus orígenes, cuando se denominaba
Servicio Ecuménico de Reinserción, el SEDHU desarrolla una labor con aquellas
personas que han sido victimas del terrorismo de Estado en la última dictadura
militar en el Uruguay. Hoy se trata de la implementación de la ley 18.033
mediante la cual aquellas personas que hayan desarrollado alguna actividad
laboral privada y se tuvieron que ir del país por causa de persecución
política, sus años en el exterior son computados como años aportados para su
jubilación.
Alberto nos informa: “nosotros tenemos la
posibilidad de asesorarlos, informándoles sobre el contenido de la ley 18.033,
acerca de que tipo de requisitos, es decir, como tienen que procesar la
documentación que le van a exigir, porque esa ley tiene una comisión que recibe
la solicitud de amparo y después estudia esa solicitud; se trata de una
comisión del Estado. Entonces, el SEDHU
cumple una tarea de asesoramiento porque conoce mucho la temática del refugio,
la temática del exilio, pero a su vez también muchos de los uruguayos se fueron
al exilio a su vez tramitaron el estatuto de refugiados en los países en donde
estuvieron, entonces al ser SEDHU una agencia implementadora del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, puede gestionar, con la
oficina regional del ACNUR, un certificado, porque hay registros en algunos
casos, no en todos, pero en muchísimos casos sí, en la oficina regional de
Buenos Aires, de ese ciudadano uruguayo y su familia que fueron refugiados en
tal o cual país”.
“Hay una doble función –agrega Alberto-, una
es gestionar ante la oficina de Naciones Unidas para los refugiados un
certificado del ACNUR o con los propios documentos que tiene esa persona,
probatorios de que estuvo en el exilio, en donde prueba también que el motivo
del exilio fue por razones de persecución, porqué estuvo detenida, por que en
un momento también apareció documentación de la justicia uruguaya, civil o
militar, entonces el SEDHU también puede pedir un certificado de exilio para
que esa persona pruebe ante una comisión especial se documente su solicitud de
amparo”.
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Algunos ex-exlidiados expresan su solidaridad con los refugiados de hoy recolectando ropa para ellos. |
De interés para las comunidades
-¿De
qué manera el trabajo del SEDHU puede
ser de interés para las comunidades (en este caso comunidades valdenses)? ¿De
qué modo éstas se pueden sentir desafiadas?
Mabel: -Yo voy a poner un ejemplo nomás: el año pasado Marta
Geymonat necesitaba ir a Nueva Caledonia por la CEVAA para tratar un seminario
sobre inmigrantes y yo la mandé al SEDHU y estuvo hablando con las funcionarias
de esta institución. Es decir, recurrió a los técnicos porque eran ellos los
que podían saber del tema y acá la ayudaron y llevó material para allá.
Gabriela:
-Quizás el desafío para las comunidades significaría tratar de acercarse a la
población con la que nosotros trabajamos. Las iglesias, como parte de esta
sociedad, también están desafiadas a retribuir lo que en algún momento como
sociedad hemos recibido. Los uruguayos en distintos momentos de la historia
recibimos la solidaridad de otros cuando lo necesitamos y, hoy por hoy, también
hay personas que necesitan de nuestra solidaridad. Sobre todo cuando se trata
de una población desarraigada que tiene muchas necesidades y es necesario
involucrarse con esta realidad. Nosotros hemos recibido la colaboración
voluntaria de muchas personas que pertenecen a las iglesias miembros de este
organismo, somos un equipo muy chiquitito, e incluso también de gente que
quizás no profesa ninguna religión, como por ejemplo algunas personas que han
sido exiliadas en la época de la dictadura y que se acercan a retribuir un poco
de lo que han recibido. Muchos traen ropas como donaciones. Tenemos un cartel
que dice: “SEDHU hoy trabaja con personas que son refugiadas en el Uruguay,
recibimos donaciones”. Cada uno nos ha ayudado con lo que han podido. Hemos
tenido el caso de solicitantes de refugio chinos y contamos con la ayuda de
alguien que estuvo exiliado en China mediante el cual pudimos comunicarnos.
Alberto:
-Yo creo que hay una parte más básica, en los sínodos valdenses, cada año hay
una información que es una manera de tomar contacto con este servicio y con lo
que se hace. Y puntualmente también ha habido aportes de miembros y pastores de
la Iglesia Valdense cuando se les ha pedido específicamente algo. Es decir,
sabemos que contamos con el apoyo de las comunidades cuando las necesitamos.
(Publicado en Página Valdense en agosto de 2012)
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: “Quizás el desafío para
las comunidades significaría tratar de acercarse a la población con la que
nosotros trabajamos” (Gabriela Cortina).
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