"Militancia" (Dibujo de Alfredo Servetti)
Nos pareció
oportuno, a través de Página Valdense, compartir inquietudes y reflexiones
sobre una temática de interés cotidiano.
No siempre percibimos que el accionar en la sociedad como cristianos
puede tener una repercusión significativa. Especialmente si abordamos la
temática de lo Público (entendido esto como la Política de administrar,
cooperar, transformar y construir ciudadanía), actuando con las orientaciones
que se desprenden de los valores propios del Evangelio del Reino.
No pretendemos
marcar alguna dirección precisa y puntual, sino invitar a reflexionar sobre el
ejercicio público de nuestro testimonio en las organizaciones, cargos o
militancia que profesemos en nuestro territorio como creyentes y comunidad de
fe.
I.- Mirando nuestro entorno. Todos y cada uno
de nosotros vivimos realidades cambiantes y también diversas, si pensamos el
alcance de los lectores de Página. Realidades que pueden ser interpretadas
según el lugar e intereses personales y
grupales desde donde abordamos dichas situaciones. Si uno lee un diario, o
escucha una radio o mira un determinado canal de televisión con sus
informaciones de lo cotidiano puede rápidamente percibir que hay una tendencia
bastante definida de esa información. Leyendo diarios y escuchando emisoras de
radio de los países del Río de La Plata uno podría decir que vivimos muy mal.
Que estamos todos amenazados por la inseguridad; que la crisis económica es
tremenda y quien sabe donde vamos a ir a parar; qué nadie hace nada; que los
políticos son unos incapaces y no escuchan al pueblo. ¿Pero es realmente así o hay
matices? ¿Es cómo lo presentan los medios o podemos mirar lo que acontece desde
otros ángulos para poder comprender mejor lo que sucede para luego tomar
decisiones acerca del camino a seguir?
Es muy
interesante mirar esta realidad desde lo sucedido con la opinión mayoritaria de
los pueblos del Río de La Plata que han elegido a sus gobernantes (hace poco
tiempo) por mayorías absolutas. Quienes votaron a estos gobernantes, ¿están tan
equivocados o hay matices? ¿Es tan blanco y negro lo que sucede o asistimos a
comunicaciones con cargas especiales de intereses políticos y económicos?
Por supuesto que
no pretendemos que todos, en cada hogar, comunidad de fe, grupo de acción
intente mirar detalladamente todo esto. Pero sí podríamos detenernos a meditar
acerca de lo que acontece a partir de nuestro conocimiento barrial, ciudadano,
de experiencia concreta en las actividades que desempeñamos pensando en nuestra
responsabilidad. Digamos, mirando los hechos a partir de lo que puede ser
también el compromiso personal y comunitario.
Pongamos un solo
ejemplo que hoy se debate fuertemente en los países del Río de La Plata: la
violencia. Y si quieren más precisamente, tal como lo presentan algunos medio:
la violencia juvenil. La opinión generalizada, aunque hay excepciones, trasmite
los hechos con una carga muy fuerte sobre la responsabilidad juvenil; sobre la
crisis juvenil o de la familia. Y luego la información va dirigida hacia la
responsabilidad de los gobernantes y las leyes que son muy tolerantes y que
habría que ajustar, controlar, reprimir y condenar.
Pero podríamos
preguntarnos: ¿acaso alguno de nosotros, los adultos que vemos estas
informaciones y las propuestas que se tiran sobre la mesa, puede decir: no
tengo nada que ver con esta situación? ¿La sociedad en su conjunto puede acaso
livianamente afirmar que es un problema de esos sectores (jóvenes y poder
político)?
A partir de este
simple ejemplo quisiéramos plantearnos inquietudes diferentes. Quisiéramos,
incluyendo el dolor que genera, mirar estos hechos y tantos otros de la vida
cotidiana, desde la búsqueda de una calidad de Vida mejor. Si lo prefieren, de
una reflexión y acción que procure introducir nuevos elementos para la
consideración de la temática. ¿Acaso no tenemos los creyentes herramientas
valiosas y hermosas que nos vienen desde el Amor, la Fe y la Esperanza, que
podemos utilizar en el accionar Público? ¿Por qué tenemos que quedarnos con esa
visión mezquina y a veces simplificante de lo que está pasando para aceptar
caminos de respuestas que sabemos no durarán mucho? Por ejemplo, ¿qué hacemos
en nuestro barrio, en nuestra ciudad en nuestra zona para dar opciones
diferentes y acompañar a los jóvenes y familias en la búsqueda de caminos
alternativos?
Tenemos que
reconocer que el cambio vertiginoso de estos tiempos ha superado nuestras
buenas intenciones y nos estamos quedando en análisis, diagnósticos y posibles
salidas que no logramos concretar.
II.- Algunos elementos a tener en cuenta para nuestra
participación en lo Público.
Las acciones
públicas, requieren herramientas que se apoyen en valores que desde la Fe, no
podemos dejar de lado. Aquello que hagamos o busquemos hacer junto con el resto
de los ciudadanos o ciudadanas, deben poner en primer lugar mejorar la calidad
de Vida de todos/as.
Toda acción
publica, entendida desde la ética (desde el Ethos: lugar de habitación humana)
debe procurar generar posibilidades para mejorar la calidad de vida.
Si lo público es un ámbito de convivencia
ciudadana, las acciones deben contribuir a ello. Esas acciones deben tener
orientaciones bien definidas y reconocidas por quienes procuramos juntos/as
transformar la situación que nos presente esa realidad con la que no estamos
conformes.
Podemos mencionar
algunas de esas herramientas con las que
deberíamos acercarnos a la situación que vivimos para procurar cambios. Son
algunas que nos parecen reconocibles entre nosotros y nosotras los que Amamos
la Vida desde el Evangelio del Reino.
Es necesario
dialogar. Diríamos conversar serenamente sobre lo que está sucediendo. Tenemos
que comprometernos a buscar junto con los que aman la vida caminos alternativos
a partir de una gran dosis de sinceridad y humildad.
Tenemos que ser
honestos. Honestos en nuestro diálogo y también en la forma con que buscamos
respuestas para modificar la situación social. Honestos con nosotros mismos
pero también con nuestros hermanos y hermanas. Buscar con sinceridad las
acciones más pertinentes, según acordemos, para resolver aquello que nos ocupa.
Tenemos que ser
responsables. La acción que no es asumida con responsabilidad por cada uno/a y
todos, los que actuamos en lo público, no nos llevará a un Ethos (un lugar
agradable para vivir) que de señales del fruto del Evangelio que proclamamos y
vivimos.
Debemos
construir a partir del Respeto. Es decir, valorar la inquietud, deseo y
búsqueda que hacen también los demás aunque no sean acciones como las que
procuramos nosotros. No hay una solución a la situación que buscamos. Hay un desafío
ante el cual, seguramente, tendremos que consensuar soluciones. Y es
fundamental que las soluciones vayan desde lo pequeño hacia lo más grande. Que
nazcan en nuestro barrio, ciudad o región y luego puedan alcanzar mayores
dimensiones.
Permítanme agregar
una herramienta que considero necesaria
hoy. Me refiero a la necesidad de capacitarnos. Dedicar tiempo a incorporar
herramientas que sean útiles a ese intento de modificar la situación existente.
Usar toda nuestra sabiduría popular y a ella agregarle los instrumentos que el
mundo moderno ha puesto en nuestras manos para leer mejor lo que sucede y
responder con propuestas apropiadas al problema que se busca solucionar.
III.- Las Posibilidades de los Creyentes.
Actuar en lo
público es un desafío constante para el creyente y para la comunidad de fe.
Históricamente ha sido un aspecto de diálogo y debate en la Iglesia toda. A
veces, podemos confundirnos cuando igualamos actuar en lo público con meternos
en la Política. Quisiera hacer una pequeña digresión sobre el particular. A los
cristianos como que nos cuesta aceptar que la Política es aquella acción que
organiza lo público para el bien común. Es cierto que la acción de los partidos
o los políticos muchas veces nos inducen a sospechar o alejarnos de esa responsabilidad.
Sin embargo, el terreno público es un terreno de Dios. Es el terreno de la
acción del poder liberador y hacer de justicia que Dios ha elegido cuando envió
a Jesús. Entre la gente, en la calle y lugares diversos se lo puede encontrar
para hablar del plan de Justicia y Amor de Dios. Entonces, ese también es
nuestro terreno. Y no estamos hablando que todo el mundo debe hacerlo porque sí.
Nos referimos al hecho de no rehuir, a
través de quienes tienen dones, se preparan, tienen interés y se comprometen a
jugar en ese espacio.
En mi
experiencia personal, cuando en Juan L. Lacaze se cerró la fábrica textil
(1993) y tuvimos que juntarnos instituciones y personas de buena voluntad para
buscar respuesta a una problemática difícil, tuvimos un gran apoyo de la
comunidad de fe. Y estaba claro que no todos podían accionar en ese medio pero
sí se reconoció y se apoyó la búsqueda de respuestas a una problemática pública
que requería acciones políticas. Y eso es lo que considero como el accionar
público de los creyentes. Y como éstas, sin duda hay muchas experiencias en las
diferentes comunidades de fe en el Río de La Plata.
La impresión que
tenemos es que hoy nos está faltando ánimo, decisión, interés y compromiso con
la causa de lo público partiendo de una visión Ética que busca construir la
Casa Común; Busca construir un espacio (establo=Ethos) donde valga la pena
vivir y donde los humanos defendemos y cuidamos la Creación.
Hugo R. Malán T
(Publicado en Página Valdense de junio de 2012).
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