No perdamos la oportunidad porque el viento del Espíritu de Dios sopla entre nosotros
Al cierre de su sesión, el miércoles
8 de febrero al mediodía, el 49ª Sínodo de la Iglesia Evangélica Valdense del
Río de la Plata eligió los integrantes de la Mesa Valdense. El pastor Marcelo
Nicolau fue reelecto por cuarta vez desde su primer mandato que comenzó en el
Sínodo de 2009, en la provincia del La Pampa. Luego del sufragio asambleario,
Nicolau se dirigió al Sínodo con un breve discurso en donde propone una
descripción del momento que está atravesando la Iglesia y los desafíos que el
presente ofrece a los valdenses rioplatenses.
Realmente, deseo darles gracias a ustedes
por la confianza que han puesto en nosotros nuevamente. Seguramente los que más
contentos deben estar son las veinte y pico de personas con las que en estos
días hemos tenido entrevistas. Ellos pensaban que tenían entrevista con la Mesa Valdense y ahora sí
podemos decir: es la Mesa Valdense
con la que tuvieron la entrevista. En ese momento, técnicamente, no era la Mesa Valdense pero bueno,
ustedes saben como es esto. Sobretodo,
las relaciones ecuménicas. Hay un montón de trabajo que continúa, aunque
el Sínodo sea una especie de corte. y hemos tenido que resolver distintos tipos
de situaciones en este momento.
No quiero ser muy largo pero sí quiero decir
un par de cosas:
En primer lugar, como ya dije, queremos dar
gracias. Creo que tenemos un tiempo, una oportunidad como Iglesia que no
debemos dejar pasar. Ustedes sintieron, seguramente, una gran diferencia entre
el lunes y el martes: el lunes no había viento y el martes sí. Hay personas que
no les gusta mucho el viento, les molesta; yo, en cambio, amo el viento, me recuerda
a La Pampa. Pero
el viento es el Espíritu, el Espíritu de Dios que sopla entre nosotros. Y
nosotros, que somos como el pequeño barco de aquel cuento que compartimos[1], también
necesitamos de los vientos. Y el viento del Espíritu sopla cuando él quiere, no
cuando nosotros queremos. Entonces, el viento sopla, hermanos y hermanas, no
perdamos la oportunidad, porque no sabemos cuando habrá otro viento.
La otra cosa que quisiera decirles es que
este es un Sínodo muy extraño para mí porque he estado poquísimo en el aula
sinodal, poquísimo… ayer estuvimos todo el día de reuniones. Recién a las seis
menos diez de la tarde entré al aula sinodal y es una cosa rara ¿no? Porque mi
aporte ha sido mínimo, ínfimo, para el trabajo sinodal. Hemos estado haciendo
otras cosas, entrevistas, como les decía.
Un sentimiento un poco extraño pero ayer
mismo, cuando entré al aula sinodal y pude participar del debate y hacer el
ejercicio de escuchar todas las posiciones, oí como se desarrollaba el
pensamiento comunitario; que en definitiva eso es un Sínodo, una forma
comunitaria de elaborar un pensamiento y de construir, me sentí emocionado
muchas veces porque sentí la presencia del Espíritu entre nosotros. Lo sentí
cuando, ante posicionamientos a veces cerrados, a veces faltos de una visión
más amplia, sin embargo, aparecían de repente otras posiciones que abrían la
mente, que abrían el corazón, que ayudaban a toda la asamblea a ver con ojos
que no miran solamente lo que está allí a dos metros sino que ponen la mirada
en el horizonte, y se sienten con ganas y con el ánimo, con la esperanza y con
la fe suficiente para decir: “ vamos a caminar mirando el horizonte y no
mirando el metro que tenemos adelante.“
Creo que ese es el gran desafío que tenemos
todos. Particularmente como Mesa Valdense, nosotros tenemos ese gran desafío,
enorme desafío de tener una visión global, una visión de conjunto, una visión
que no sea miope sino que pueda contemplar las realidades múltiples y diversas
que tenemos en nuestra Iglesia Valdense. A veces nos pasa que el árbol nos
puede tapar el bosque pero nosotros siempre vamos a hacer el esfuerzo de mirar
el bosque no solamente el árbol.
Yo les voy a hacer una confesión: soy
aracnofóbico, les tengo miedo a las arañas, y no sé cual es el origen de este
problema pero recuerdo una imagen de niño, una foto que vi de una araña que era
un monstruo horrible; y esta araña tenía ocho ojos, cuatro pares de ojos, unos
más grandes, otros más chicos, unos arriba y otros a los costados, una cosa
espantosa. (Alguien del público comenta
que es una araña de ciencia ficción). No, no es ciencia ficción, era un
bicho real (risas de los oyentes). Y,
a veces tengo la sensación de que la gente espera que los miembros de la Mesa seamos como esa araña,
que tengamos ocho ojos. Y la realidad es que tenemos dos nomás. Cada uno de
nosotros tiene dos ojos, nada más, entre todos tenemos diez pero no es lo mismo
(risas). Pero la verdad es que para poder ver bien necesitamos los ojos de
todos. No podemos confiarnos nunca en la mirada de una sola persona, ni tampoco
de cinco o de siete personas. Necesitamos los ojos de todos y necesitamos que
aquello que los ojos de todos ven podamos compartirlo y podamos decírnoslo.
Así que les pido eso, que aquello que
ustedes vean nunca se lo guarden, sobre todo si es algo que debe ser conocido.
Necesitamos los ojos de todos para construir un conocimiento y seguir adelante
como Iglesia.
Finalmente, quiero agradecerle a Mabel
porque aceptó continuar. Para mí es muy importante y les digo porqué: porque la Mesa Valdense es como un
recipiente que con los años se llena de distintas personas y constituye un
grupo, y como sabemos, todos los grupos tienen su dinámica y cada cambio es un
grupo nuevo. Y es mucho mayor el impacto por cambiar dos personas que por
cambiar una sola. Así que creo que me voy a sentir muy acompañado, muy
fortalecido con esta composición de este grupo de trabajo y, por supuesto, que
la incorporación de Álvaro, cambiamos al hermano[2]
(risas del publico), también me reconforta mucho porque es muy importante tener
alguien de la Mesa Valdense en Buenos Aires. Sobretodo por la situación que
estamos viviendo en la República Argentina. Así que Álvaro, vas a tener
bastante trabajo, desde ya te aviso.
Finalmente, habría muchísimas cosas para
decir pero después, en todo caso, en algún otro momento les comentaré otras
cosas.
Quiero decirles que ayer me consultaron por
primera vez por si aceptaba continuar, y bueno, dije que sí y digo lo
siguiente: nosotros, todos los cristianos, y los pastores particularmente,
estamos al servicio de la
Iglesia , esto no significa que no puedan haber razones por
las cuales se pueda decir que no pero yo creo que la actitud básica es la de
estar al servicio de la Mesa
y, por lo tanto, estar a disposición de aquello que la Asamblea Sinodal ,
que la Iglesia
reunida decide.
En ese sentido, es el Espíritu el que
suscita esas decisiones y las sustenta. Nosotros estamos de paso en este mundo,
como dice la carta de Pedro[3],
nosotros tenemos que pensar que hoy estamos y mañana no lo sabemos y eso es una
realidad que debemos asumir. Entonces, mientras estamos en este mundo, que
pongamos lo mejor de nosotros. Que pongamos todo y no nos guardemos nada porque
así es como el Señor lo ha hecho. Y si tenemos esperanza, y si podemos ser
optimistas, no es por nosotros sino por lo que Dios ha hecho por Jesucristo.
Finalmente, y con esto termino, ya hablé
demasiado, disculpen, es que nunca nos olvidemos de que en este barco tenemos
varios remos y uno de esos remos importantes es la oración. La oración no es
simplemente orar por orar, la oración nos compromete, la oración nos pone en
movimiento y muchas veces nos ilumina para encontrar salida a las situaciones
difíciles.
Muchas gracias, compañeros de la Mesa , especialmente a Silvia
(Benech)[4].
Sabemos lo que Silvia ha pasado. Ella nos fortalece a nosotros con su decisión
de seguir y de brindarse por entero, por amor a Dios, por amor al Señor, él que
nos ha amado primero.
Muchas gracias a todos y seguiremos caminando
y trabajando juntos.
[1] Nicolau hace referencia a
un relato de su autoria que introduce el informe de la Mesa Valdense al Sínodo,
en el cual cuenta las peripecias de unos marineros que ponen en marcha un viejo
barco, el cual debe ser reacondicionado para volver a navegar.
[2] Darío Michelin Salomon dio
por concluida su labor en la Mesa Valdense y el Sínodo eligió a su hermano,
Álvaro Michelin Salomon.
[3] Primera carta de Pedro
1:23 y versículos siguientes.
[4] Silvia Benech fue reelecta
por segunda vez como integrante de la MV. Nicolau señala su actitud pues ella
aceptó continuar participando de la Mesa siendo que sufrió una perdida familiar
recientemente.
El Moderador relecto Marcelo Nicolau dando en el discurso después de la elección |
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