PAGINA VALDENSE

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lunes, 13 de febrero de 2012

Discurso del Moderador reelecto de la Mesa Valdense, Marcelo Nicolau:


No perdamos la oportunidad porque el viento del Espíritu de Dios sopla entre nosotros

Al cierre de su sesión, el miércoles 8 de febrero al mediodía, el 49ª Sínodo de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata eligió los integrantes de la Mesa Valdense. El pastor Marcelo Nicolau fue reelecto por cuarta vez desde su primer mandato que comenzó en el Sínodo de 2009, en la provincia del La Pampa. Luego del sufragio asambleario, Nicolau se dirigió al Sínodo con un breve discurso en donde propone una descripción del momento que está atravesando la Iglesia y los desafíos que el presente ofrece a los valdenses rioplatenses.

   Realmente, deseo darles gracias a ustedes por la confianza que han puesto en nosotros nuevamente. Seguramente los que más contentos deben estar son las veinte y pico de personas con las que en estos días hemos tenido entrevistas. Ellos pensaban que tenían entrevista con la Mesa Valdense y ahora sí podemos decir: es la Mesa Valdense con la que tuvieron la entrevista. En ese momento, técnicamente, no era la Mesa Valdense pero bueno, ustedes saben como es esto. Sobretodo,  las relaciones ecuménicas. Hay un montón de trabajo que continúa, aunque el Sínodo sea una especie de corte. y hemos tenido que resolver distintos tipos de situaciones en este momento.
   No quiero ser muy largo pero sí quiero decir un par de cosas:
   En primer lugar, como ya dije, queremos dar gracias. Creo que tenemos un tiempo, una oportunidad como Iglesia que no debemos dejar pasar. Ustedes sintieron, seguramente, una gran diferencia entre el lunes y el martes: el lunes no había viento y el martes sí. Hay personas que no les gusta mucho el viento, les molesta; yo, en cambio, amo el viento, me recuerda a La Pampa. Pero el viento es el Espíritu, el Espíritu de Dios que sopla entre nosotros. Y nosotros, que somos como el pequeño barco de aquel cuento que compartimos[1], también necesitamos de los vientos. Y el viento del Espíritu sopla cuando él quiere, no cuando nosotros queremos. Entonces, el viento sopla, hermanos y hermanas, no perdamos la oportunidad, porque no sabemos cuando habrá otro viento.
   La otra cosa que quisiera decirles es que este es un Sínodo muy extraño para mí porque he estado poquísimo en el aula sinodal, poquísimo… ayer estuvimos todo el día de reuniones. Recién a las seis menos diez de la tarde entré al aula sinodal y es una cosa rara ¿no? Porque mi aporte ha sido mínimo, ínfimo, para el trabajo sinodal. Hemos estado haciendo otras cosas, entrevistas, como les decía.
   Un sentimiento un poco extraño pero ayer mismo, cuando entré al aula sinodal y pude participar del debate y hacer el ejercicio de escuchar todas las posiciones, oí como se desarrollaba el pensamiento comunitario; que en definitiva eso es un Sínodo, una forma comunitaria de elaborar un pensamiento y de construir, me sentí emocionado muchas veces porque sentí la presencia del Espíritu entre nosotros. Lo sentí cuando, ante posicionamientos a veces cerrados, a veces faltos de una visión más amplia, sin embargo, aparecían de repente otras posiciones que abrían la mente, que abrían el corazón, que ayudaban a toda la asamblea a ver con ojos que no miran solamente lo que está allí a dos metros sino que ponen la mirada en el horizonte, y se sienten con ganas y con el ánimo, con la esperanza y con la fe suficiente para decir: “ vamos a caminar mirando el horizonte y no mirando el metro que tenemos adelante.“
   Creo que ese es el gran desafío que tenemos todos. Particularmente como Mesa Valdense, nosotros tenemos ese gran desafío, enorme desafío de tener una visión global, una visión de conjunto, una visión que no sea miope sino que pueda contemplar las realidades múltiples y diversas que tenemos en nuestra Iglesia Valdense. A veces nos pasa que el árbol nos puede tapar el bosque pero nosotros siempre vamos a hacer el esfuerzo de mirar el bosque no solamente el árbol.
   Yo les voy a hacer una confesión: soy aracnofóbico, les tengo miedo a las arañas, y no sé cual es el origen de este problema pero recuerdo una imagen de niño, una foto que vi de una araña que era un monstruo horrible; y esta araña tenía ocho ojos, cuatro pares de ojos, unos más grandes, otros más chicos, unos arriba y otros a los costados, una cosa espantosa. (Alguien del público comenta que es una araña de ciencia ficción). No, no es ciencia ficción, era un bicho real (risas de los oyentes). Y, a veces tengo la sensación de que la gente espera que los miembros de la Mesa seamos como esa araña, que tengamos ocho ojos. Y la realidad es que tenemos dos nomás. Cada uno de nosotros tiene dos ojos, nada más, entre todos tenemos diez pero no es lo mismo (risas). Pero la verdad es que para poder ver bien necesitamos los ojos de todos. No podemos confiarnos nunca en la mirada de una sola persona, ni tampoco de cinco o de siete personas. Necesitamos los ojos de todos y necesitamos que aquello que los ojos de todos ven podamos compartirlo y podamos decírnoslo.
   Así que les pido eso, que aquello que ustedes vean nunca se lo guarden, sobre todo si es algo que debe ser conocido. Necesitamos los ojos de todos para construir un conocimiento y seguir adelante como Iglesia.
   Finalmente, quiero agradecerle a Mabel porque aceptó continuar. Para mí es muy importante y les digo porqué: porque la Mesa Valdense es como un recipiente que con los años se llena de distintas personas y constituye un grupo, y como sabemos, todos los grupos tienen su dinámica y cada cambio es un grupo nuevo. Y es mucho mayor el impacto por cambiar dos personas que por cambiar una sola. Así que creo que me voy a sentir muy acompañado, muy fortalecido con esta composición de este grupo de trabajo y, por supuesto, que la incorporación de Álvaro, cambiamos al hermano[2] (risas del publico), también me reconforta mucho porque es muy importante tener alguien de la Mesa Valdense en Buenos Aires. Sobretodo por la situación que estamos viviendo en la República Argentina. Así que Álvaro, vas a tener bastante trabajo, desde ya te aviso.
   Finalmente, habría muchísimas cosas para decir pero después, en todo caso, en algún otro momento les comentaré otras cosas.
   Quiero decirles que ayer me consultaron por primera vez por si aceptaba continuar, y bueno, dije que sí y digo lo siguiente: nosotros, todos los cristianos, y los pastores particularmente, estamos al servicio de la Iglesia, esto no significa que no puedan haber razones por las cuales se pueda decir que no pero yo creo que la actitud básica es la de estar al servicio de la Mesa y, por lo tanto, estar a disposición de aquello que la Asamblea Sinodal, que la Iglesia reunida decide.
   En ese sentido, es el Espíritu el que suscita esas decisiones y las sustenta. Nosotros estamos de paso en este mundo, como dice la carta de Pedro[3], nosotros tenemos que pensar que hoy estamos y mañana no lo sabemos y eso es una realidad que debemos asumir. Entonces, mientras estamos en este mundo, que pongamos lo mejor de nosotros. Que pongamos todo y no nos guardemos nada porque así es como el Señor lo ha hecho. Y si tenemos esperanza, y si podemos ser optimistas, no es por nosotros sino por lo que Dios ha hecho por Jesucristo.
   Finalmente, y con esto termino, ya hablé demasiado, disculpen, es que nunca nos olvidemos de que en este barco tenemos varios remos y uno de esos remos importantes es la oración. La oración no es simplemente orar por orar, la oración nos compromete, la oración nos pone en movimiento y muchas veces nos ilumina para encontrar salida a las situaciones difíciles.
   Muchas gracias, compañeros de la Mesa, especialmente a Silvia (Benech)[4]. Sabemos lo que Silvia ha pasado. Ella nos fortalece a nosotros con su decisión de seguir y de brindarse por entero, por amor a Dios, por amor al Señor, él que nos ha amado primero.
   Muchas gracias a todos y seguiremos caminando y trabajando juntos.


[1] Nicolau hace referencia a un relato de su autoria que introduce el informe de la Mesa Valdense al Sínodo, en el cual cuenta las peripecias de unos marineros que ponen en marcha un viejo barco, el cual debe ser reacondicionado para volver a navegar.
[2] Darío Michelin Salomon dio por concluida su labor en la Mesa Valdense y el Sínodo eligió a su hermano, Álvaro Michelin Salomon.
[3] Primera carta de Pedro 1:23 y versículos siguientes.
[4] Silvia Benech fue reelecta por segunda vez como integrante de la MV. Nicolau señala su actitud pues ella aceptó continuar participando de la Mesa siendo que sufrió una perdida familiar recientemente. 

El Moderador relecto Marcelo Nicolau dando en el discurso después de la elección

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