¡Que hermoso es ver
llegar
por las colinas
al que trae buenas
noticias,
al que trae noticias
de paz,
al que anuncia la
liberación
y dice a Sion
"Tu Dios es rey".
ISAIAS 52:7
Más de una vez este texto nos remitió
a aquel 17 de febrero de 1848,
cuando los valdenses,
en sus valles alpinos,
recibieron la noticia de la emancipación.
Uno de sus sueños se cumplía.
El sueño largamente esperado de
la libertad civil, en una tierra
que amaban y que cobijó su fe,
su tesón, su sufrimiento.
Otros sueños aguardaban,
y cuántos más surgirían desde ese
nuevo amanecer de los hechos;
sueños que fueron cumpliéndose,
otros que aún persisten
y mantienen viva la esperanza
de un mundo nuevo y vida plena.
Un mundo para construir,
donde abunden
las noticias de paz y liberación.[1]
Un poco de
Historia
Durante 7 siglos los valdenses fueron perseguidos a
muerte y tratados como esclavos. En el siglo XIX la situación había cambiado,
pero seguían reducidos a los estrechos límites de su emplazamiento en los
valles valdenses. En 1831 asume el trono de Saboya el rey Carlos Alberto y una
de sus principales búsquedas fue la unidad de Italia. Recibió el beneplácito de
los valdenses por su tendencia liberal. Y su preocupación por la situación
marginal de las minorías valdense y judía fue inmediata. En 1848 la Tavola Valdese le
elevó un pedido de abolición de los edictos restrictivos entonces en vigencia.
Una petición pública a favor de los valdenses y judíos recogió adhesiones
entusiastas.
El 8 de febrero se dio a conocer el estatuto para el
nuevo Piamonte y el 17 las Cartas Patentes que dieron a los valdenses y judíos
los derechos civiles y políticos. Se igualaron así al resto de la población del
reino en cuanto al derecho a estudio, ejercicio de las profesiones, adquisición
de tierras. «Los valdenses son admitidos a gozar de todos los
derechos civiles y políticos de los demás súbditos; a frecuentar las escuelas
dentro y fuera de la
Universidad , y a alcanzar los grados académicos». «Nada es
sin embargo innovado en cuanto al ejercicio de su culto y a las escuelas por
ellos dirigidas»
La noticia fue de todos modos recibida con entusiasmo
y dos jóvenes en una cabalgata nocturna la llevaron hasta los valles. Se fueron
encendiendo fogatas en las iglesias como forma de comunicarla de una población
a otra.
El Sínodo de 1849 resolvió que el 17 de febrero de
cada año fuese, en lo sucesivo, celebrado como Fiesta de la Emancipación[2]
Muy bueno el resumen de los hechos de 1848. Me gustó, me gustó.
ResponderEliminarAbrazos,
Javo
Feliz día familias valdenses!
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