“Jesús está con nosotros todos los
días de nuestras vidas y nos da la oportunidad de beber el agua de la vida.”
Al cierre de la Asamblea Sinodal 2012 de la Iglesia Evangélica Valdense
del Río de la Plata, la Vicemoderadora de la Tavola Valdese, Daniela Manfrini, expresó
su saludo al Sínodo mediante un breve discurso:
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Con gran
alegría he compartido con ustedes el trabajo del Sínodo y traigo los saludos y
el afecto de toda la iglesia en Italia, en particular de la Moderadora (María
Bonafede) y de los miembros de la Tavola Valdese.
La Moderadora
ha pasado un período difícil, ya que estuvo en el hospital por una cirugía y se
quedó en su casa por unos días. Es por esto que no pudo venir aquí, algo que le hubiera encantado, ya
que "es una experiencia que permanece en el corazón", estas fueron
sus palabras exactas. Y esta es una expresión utilizada para muchas personas
recordando cuando estuvieron aquí.
Yo he
viajado mucho en mi vida por razones de trabajo, pero es la primera vez que
estoy en Argentina, y qué mejor regalo podría tener que la oportunidad de venir
al Sínodo. ¡Me siento orgullosa por la invitación! Muchas gracias.
"Quien
tenga sed, venga y beba gratuitamente del agua de la vida" es el verso
bíblico de este Sínodo. El agua es la fuente de la vida desde todos los puntos
de vista. Estamos compuestos de 80% de agua, se puede sobrevivir sin alimento
pero no con sed. En este caso, nuestro cuerpo clama por agua. Pero
Hay que tener otra sed: una sed que da vida al
espíritu, una sed que nos permita vivir la verdadera vida en Cristo. El agua
que necesita el hombre para su supervivencia en la tierra adquiere un mayor
valor cuando se presenta como agua para el espíritu. Dios nos da la oportunidad
de disfrutar de esta agua de forma gratuita. Dios no hace distinciones, y la
hace disponible para todos aquellos que tienen sed. Sed de conocimiento, sed de
amor, sed de justicia, sed de libertad. Sólo el agua que fluye del amor de Dios
por cada ser humano realmente quita la sed, la otra nos da la vida, pero esta
nos da la verdadera vida.
Beber el
agua de la vida, como beber vino en memoria del sacrificio de Cristo, no es un
acto individual. Es un acto asambleario, en el que la comunidad de los creyentes está
unida hacia un mismo objetivo: el reino de Dios.
Juntos,
entonces, al beber, los creyentes están llamados a compartir el agua con toda
la humanidad. Ellos están llamados a actuar con las herramientas de la realidad
humana, tratando de traducir este regalo (la posibilidad de beber del agua de
la vida) en las acciones para los prójimos. Ayuda material, apoyo, compromiso
político y social, afirmación de la justicia y de la libertad y la igualdad
entre hombres y mujeres, porque son iguales ante Dios deben ser iguales en la
tierra. Sabemos cuánta necesidad hay en este mundo donde la opresión, la
guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia son los verdaderos gobernantes de
la humanidad. ¿Qué tan lejos estamos del Reino de Dios e del amor por el
prójimo que Jesús nos enseñó?
Ahora, en e!
libro de Apocalipsis, Juan escribe: "Jesús confirma la verdad de este
mensaje: Sí, yo vengo". En el momento que Juan escribía estaban pensando
en un retorno a corto plazo, midiendo el tiempo en base a parámetros humanos.
Pero no importa, porque Jesús está con nosotros todos los días de nuestras
vidas y nos da la oportunidad de beber el agua de la vida.
No debemos cerrar los ojos o las orejas,... más bien
nuestros sentidos deben estar siempre alerta, porque para la sed que sentimos
se nos dará a beber y nos dará la fuerza para cambiar nuestro tiempo. No hay
necesidad de esperar a Dios: Dios está
siempre a nuestro lado, si sabemos sobre el agua que hay para beber.
Vicemoderadora de la Tavola Valdese, Daniela Manfrini |
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