PAGINA VALDENSE

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domingo, 20 de enero de 2013

Entrevista con la Asesora de las Obras de Servicio de la Iglesia Evangélica Valdense en la Argentina, Mirelly Cardozo.:


“La comunión de la mesa es un desafío para nuestras diaconías”

La Asesora de las Obras de Servicio en Argentina, Mirelly Cardozo. 

   -De aquel encuentro con Gaede Netto, ¿cuáles te parece que han sido los conceptos relevantes para nuestra práctica diacónica en el Río de la Plata?
   -Uno de los temas que me parece importante es el de la comunión de las mesas, porque nos plantea un desafío a nuestras diaconías: esto de poder sentarnos todos en un clima horizontal y de inclusión. Y cuando digo “todos” no me refiero solamente a quienes trabajamos desde nuestras comunidades y obras  sino también a aquellas personas a las que vamos al encuentro en nuestra tarea diacónica. Es altamente desafiante la inclusión a la mesa de todos los actores  en un espacio horizontal, de igualdad, en donde juntos y juntas podemos ir definiendo rumbos, objetivos más amplios y hacia adonde queremos caminar. Todavía, creo,  en muchas de nuestras prácticas  no estamos sentados a la mesa con el otro, sino por el otro: planificamos y trabajamos desde nuestra manera particular de saber, de hacer y de entender la realidad. Esto  implica trabajar al interior de nuestras comunidades, las paredes que nosotros levantamos, los prejuicios, los muros que vamos edificando y que tenemos que ir desarmando, reconstruyendo luego para tener un encuentro con el otro en un cara a cara fraterno y reconocer a ese otro como un  igual en dignidad y una persona capaz también de humanizarme y levantarme a mí cuando yo estoy caído. Aquí entra el aporte muy interesante de Buber quien distingue entre una relación yo-ello (cosa, objeto) y una relación con el otro como un sujeto diferente a quien tenemos que respetar, poder mirar y reconocerlo, tenemos que poder mirarlo dos veces para poder aceptarlo en su integralidad,  en su identidad y esto es lo que  nos hace ser personas, nos humaniza.
   Gaede Netto habla de levantarnos mutuamente  en situaciones de quebranto y el proceso de restaurarnos es un proceso dinámico en el cual nosotros no somos los que restauramos a los otros sino que también hay quienes nos puedan levantar a nosotros en algún momento.
   Hay otros aportes que me parecen importantes: cuando Gaede Netto habla de “la dimensión diacónica de la comunidad”, está diciendo que la diaconía no es una acción que empieza en nosotros y termina en el otro sino que está hablando de comunidades que están llamadas a concretar el amor de Dios en forma recíproca entre las personas. Nosotros muchas veces entendimos la diaconía como un servicio al otro y punto.  En realidad lo  que  les pasa a otros nos involucra de manera existencial y nos lleva a una diaconía también profética, en el sentido de que  estamos dispuestos a generar relaciones de igualdad, de solidaridad, justicia.
Y ahí pensamos en los derechos como  ciudadanos que tenemos todos y todas, y de cuantas maneras estos derechos se vulneran: situaciones que tienen que ver con la violencia de género, la soberanía alimentaria, la falta de oportunidades laborales, educativas, de salud  y todas aquellas que menoscaban la dignidad de la gente. Entonces, ya no puede ser una acción  paternalista que no transforma la realidad (la de los otros y la nuestra) sino una acción que nos compromete y nos desafía a seguir construyendo otro tipo de comunidad
La diaconía deja de  ser una misión separada, aislada sino que es una cuestión integral y toda nuestra misión como iglesia tiene que ser modificada a partir de nuestra lectura de la diaconía.

   -Cuando ustedes han organizado este encuentro, ¿Qué tipo de expectativas tenían? Y luego de haber realizado el taller, ¿pudiste palpar las repercusiones que hubo?

   -Yo creo que las repercusiones estuvieron en las evaluaciones que hicimos ahí mismo sobre el taller y los comentarios que se han podido recoger después en el diálogo con la gente en el sentido de la riqueza del aporte realizado.
   Pareciera que se sabe  bastante sobre diaconía, sin embargo el profesor nos hizo reconocer y descubrir nuevos aportes que nos movilizaron. Fue muy profundo su pensamiento, y la manera de brindarlo,  creo que la gente valoró mucho eso.
   Una de las expectativas que teníamos era ayudar a pensar que la diaconía no es una hermana menor de la teología  sino que es también una disciplina que tiene contenidos, aspectos a investigar, a trabajar, y que tiene que pensarse también como una educación formal y sistemática, y que eso debe motivar la reflexión en todas las personas que trabajamos, pastores, pastoras, laicos, laicas, por supuesto, pero también darle el lugar que la diaconía se merece en nuestras comunidades.
   No siempre pensamos en términos de  esta relación fuerte entre misión de la iglesia y diaconía, Jesús es  Diácono, la Diaconía es un ministerio que incluye  el de la Palabra  y nos parecía que era importante estimular este pensamiento. Creíamos que Gaede Netto era la persona que podía ayudarnos en esto y nos parece que cumplió con la expectativa que teníamos, queda en nosotros seguir trabajando esto.

   -Este es tu último período como asesora de Obras de Servicios en la Argentina y quisiera pedirte una breve caracterización de situación, por lo menos del ámbito en que te tocó actuar, y definir los desafíos que se perfilan en el futuro.
   -Bueno, me parece que estamos en un momento especial de transición. Este momento  también es de ruptura y de quiebre con respecto a los  procesos que se venían dando. Hay algunos elementos que hablan de una situación de debilidad institucional con respecto a la diaconía. En primer lugar hace dos años que no tenemos nuestras asambleas de diaconía, que eran muy valoradas por todas las obras de servicio. En segundo lugar  no tenemos en este momento tampoco Comisión Sinodal de Diaconía.
   El grupo que está en Argentina conformado por representantes de cada presbiterio acompaña la tarea pero no es  una comisión sinodal. Y entonces se plantean preguntas sobre los alcances que tiene el trabajo de esta comisión. Hasta ahora no han surgido en los sínodos personas que pudieran conformar la CSD y esto está hablando de una crisis cierta y de muchas preguntas sobre el lugar de la diaconía en la IEVRP.
   Un tercer elemento que remite a esta debilidad institucional es que en la asamblea del 2010, cuando nos encontramos por última vez como asamblea de todas las obras, en Colonia Belgrano, específicamente la comisión de diaconía  planteó la reflexión acerca del  funcionamiento de las diversas instancias institucionales: CSD, asesorías y otras. Cuales son los objetivos y funciones de  la comisión sinodal, de los asesores, tiempos de dedicación, etc.
   Realmente se trabajó bien, se trabajó mucho, hubo una producción interesante que quedó ahí en esta última asamblea y en un acto sinodal pero estos acuerdos no se retomaron concretamente en la práctica desde ninguna instancia eclesial, y entonces hay un poco de frustración en eso también, en este quiebre.
   Por otro lado todas las crisis también nos invitan a pensar; una crisis es también oportunidad y desafío, y con las debilidades comienzan a aparecer algunas fortalezas. Los talleres regionales son una muestra de ello,  producto también de esta discontinuidad en el proceso. Y yo quiero rescatar lo de los talleres regionales que se hicieron durante dos años consecutivos y se fueron fortaleciendo los espacios, en el norte argentino, todo lo que tiene que ver con mujeres campesinas de San Gustavo y Barrio Nuevo (Reconquista), y todo lo que tiene que ver con VIH entre Flores y Bahía Blanca. También entre los Hogares de Ancianos (Jacinto Arauz y Col. Belgrano). Estos encuentros regionales y/o por áreas de intervención amplían  la base de participación comunitaria. En las asambleas están los representantes de las obras diacónicas y acá estuvimos trabajando con todas los actores y  personas involucradas en las obras. Estuvieron las mujeres, en algunos casos  los adolescentes y los niños, los abuelos, los trabajadores, directores, etc.
   Son espacios de formación y capacitación pero también de encuentro para ir fortaleciéndose, en estos espacios la comunidad de fe va visibilizando este trabajo. Eso me parece interesante, que se visibilice cuanta gente participa de nuestros trabajos diacónicos, que no siempre participan en nuestras instancias eclesiales.
   Y me pregunto si la inclusión de los otros,  este “ver”  nuevas gentes en el sentido de Buber, nuevas formas, que las capacitaciones lleguen a todos no nos conduce también a ir transformando nuestra eclesiología y experiencia de fe.
   Uno de los desafíos es seguir fortaleciendo los talleres regionales pero también tenemos que seguir pensando los objetivos, fundamentos y sentido de la tarea diacónica, esto incluye la dinámica institucional que favorezca la continuidad de los procesos.
Eduardo Obregón


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