PAGINA VALDENSE

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jueves, 31 de enero de 2013

Reflexión de Judith Puebla, tallerista del encuentro sobre violencia de género en El Sombrerit:


Dios interviene con un modelo de liberación y de vida

Judith Puebla

Nunca son suficientes los esfuerzos realizados en pos de erradicar la violencia intrafamiliar, todavía hay muchos casos de mujeres que mueren en manos de sus ex esposos, esposos y  novios. Sin hablar de las que quedan con sus vidas arruinadas por haber sido quemadas o silenciadas de manera atroz. Así es que ante la invitación para hablar del tema frente a un grupo de mujeres campesinas, consideré que era una oportunidad que no debía perder. El primer día nos encontramos en El Sombrerito (pcia de santa Fe), paisaje campestre que me situaría en contexto inmediatamente.
Hablamos de mi propia historia, y aunque había pasado ya bastante tiempo, me volví a emocionar y una vez más comprendí que yo era una sobreviviente. A medida que íbamos avanzando las mujeres se soltaban más y comenzaban a preguntar y a contar historias cercanas a sus realidades. Como propuesta de trabajo se sugirió una definición de pecado que yo había leído en algún libro de teología: Pecado es todo aquello que nos denigra como personas. La definición de pecado nos hizo pensar en todas las instancias posibles de la denigración del ser humano. La humillación nos baja de la categoría de ser personas, como Dios nos creó, a ser menos que personas. También  reflexionamos acerca de ponernos en el lugar del otro, y considerar los tiempos y las necesidades del que está en el lugar de la opresión y la humillación. Los talleres se brindaron en función de estos dos ejes. 
En mi caso particular, consideré que era tiempo de salir de la violencia y la humillación luego de conocer esta definición de pecado, me planteé que yo estaba en pecado porque permitía que me golpeara mi ex esposo. Creo que Dios tiene caminos insospechados para presentarnos un paradigma de vida. En el trabajo grupal se presentó la asimilación de lo dialogado acerca del ciclo de la violencia. Hubo una presentación de una obra de teatro, también realizada e ideada por las mujeres campesinas. Lo novedoso fue que el rol de la mujer golpeada lo hizo un varón y el del golpeador una mujer. Esto nos llevó a mover los estereotipos que tenemos instalados y a ponernos en el lugar del otro.
Mucho para charlar entre los intervalos de mates y atardeceres de aire cálido.  Siempre se mantuvo una reflexión crítica frente a la posición de la Iglesia y de las instituciones del estado. Se habló acerca de la falta de instancias concretas que protejan a las mujeres y a sus hijos en situación de vulnerabilidad. Mujeres que por su problema económico  o habitacional, con niños pequeños no tienen otra opción que la de seguir o volver al hogar de donde huyeron. Personas en un sistema corrupto y que repite el ciclo de la violencia una y otra vez.
Al día siguiente nos avocamos a la tarea de ver qué pasó con algunas mujeres de la Biblia que frente a un paradigma de opresión y de muerte Dios hace su oportuna intervención con un modelo diferente de liberación y de vida.
Agar huyó desesperada de la tienda de Abrám porque su ama Saraí la oprimía y la maltrataba. En el desierto donde se fue para morir, Dios aparece en el camino y le brinda una visión diferente, Agar pasa de querer morir a ser Madre de multitudes por la promesa de Dios. Las mujeres campesinas encontraron esta historia muy parecida a la de muchas mujeres que ellas conocen y realizaron una excelente hermenéutica.
Luego analizamos el texto de la mujer samaritana, y pudimos ver que esta mujer también estaba en un contexto de opresión violencia pero se encontró con el Maestro a quien no le importaba su condición de extranjera, mujer y que había tenido varios hombres en su vida. Sino que frente a las leyes opresoras de los varones el Señor le presentaba un esquema de liberación y vida. Por eso ella dejó su cántaro y fue urgente a predicar su experiencia con Dios. Y por la voz de esta mujer muchos creyeron.
Las Mujeres Campesinas trabajaron estos textos  a la luz de sus propias experiencias y realizaron una hermenéutica acotada y necesaria. Una oración final con la participación de todas donde cada una alzó su voz y agradeció a Dios por el evento.
El encuentro terminó con un almuerzo comunitario donde no faltó el buen trato y la buena voluntad entre unos y otros/as.

Judith Puebla. 

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