PAGINA VALDENSE

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viernes, 1 de febrero de 2013

Reportaje al moderador de la Mesa Valdense, Marcelo Nicolau:


“Esta Mesa Valdense logró un buen nivel de interacción, distribución del trabajo y tareas de representación”

En reportaje vía Internet, el moderador de la Mesa Valdense (MV), pastor Marcelo Nicolau, hace un balance de su labor en sus cuatro años de gestión, comparte su experiencia con respecto al trabajo junto a los actuales miembros de la MV e informa sobre algunos aspectos de la organización del próximo Sínodo número 50 de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata.

   -Estás culminando el cuarto año de gestión como moderador de la Mesa Valdense, ¿Cuál es la evaluación que hacés de la tarea de la Mesa en este año, y de tu tarea en particular, teniendo en cuenta estos 4 años de trabajo?

   -Bueno, en realidad comparto mi opinión luego de 9 meses de trabajo de la MV, no se ha llegado al año. De todos modos es la parte más fuerte y regular lo que ha transcurrido, aunque queda toda la preparación del Sínodo que no es algo menor. Pienso que esta MV ha logrado un buen nivel de interacción, distribución del trabajo y las tareas de representación. Seguramente tiene que ver con el amplio conocimiento que sus miembros tienen entre si y la relación de confianza que se ha logrado establecer. Ciertamente el modo de trabajo también tiene que ver con esa confianza, ya que la MV está en consulta permanente podríamos decir por medios electrónicos, que no son lo mismo que el encuentro cara a cara, pero constituye una especie de foro virtual que hoy por hoy sería impensable la realización del trabajo global sin su ayuda, ya que el tiempo real sencillamente no alcanza para leer todo el material de trabajo y estudio que cada reunión de la MV implica. Esto quiere decir que el 90% de la correspondencia y los documentos no se leen en la reunión, se llevan leídos de la casa, en los tiempos que cada uno/a puede dedicar, restando atención a la familia, al trabajo, a los amigos, a la iglesia… etc, etc, etc. Esto lleva también a una constatación, si se quiere formar parte de la MV en este esquema de trabajo es imprescindible el manejo básico de las herramientas informáticas, de lo contrario, se podrá aportar, pero desde una posición de observación más que de participación, fundamentalmente debido a la carencia de información que implica no acceder a la correspondencia en forma anticipada.
   Como dato importante de este año anoto la incorporación de los suplentes a las reuniones. Esto ha sido importante puesto que suma voces y pensamientos. Ha contribuido también a hacer más distribuida la representación de la MV en organismos, presbiterios, eventos, etc. Sé que hay quienes han criticado esta opción de la MV, pero el criterio que primó es que los suplentes deben estar informados si queremos que estén listos en caso de tener que asumir la titularidad, y también consideramos el antecedente de una recomendación sinodal de incluir a los primeros suplentes en las comisiones sinodales.
   En cuanto a mi tarea en particular, los años transcurridos proveen de una experiencia que dan tranquilidad en cuanto a las responsabilidades del cargo y eso, promediando el cuarto año es algo que se siente positivamente. Es lo que puedo compartir, la evaluación propiamente dicha no me corresponde a mi sino al sínodo.

   -¿Cómo te sentís, cuál es tu estado de ánimo luego de estos cuatro años de labor en la moderatura?

   -Personalmente me siento bien, contento de aportar en diversas áreas en las que no sabía que lo podría hacer y porque la marcha general de la iglesia en algunos aspectos críticos al menos, ha mejorado sustancialmente desde ese ya un tanto lejano 2009. Siento que en materia de finanzas, de responsabilidad en la mayordomía, en confianza y cercanía entre las iglesias y la administración, y en la comprensión integral de la iglesia como comunidad inclusiva, se ha avanzado. Como desafío fuerte en el presente anoto la optimización administrativa, cosa en la que se está avanzando. Y como desafío fuerte de cosa por hacer veo el tema del crecimiento cualitativo y cuantitativo de la iglesia.  Ese sentir de satisfacción por lo realizado no está exento de tensiones y cargas que necesariamente hay que llevar y que provienen del contexto en el cual la moderatura se desarrolla en nuestra iglesia. Fundamentalmente el retaceo de tiempo y dedicación a la familia y las iglesias locales que atiendo, y la inversión enorme de tiempo que llevan los viajes que implican muchas veces una relación de 5 horas de viaje por cada hora de reunión.  Como tales hay que aceptarlas y lidiar con esas tensiones para evitar que nos aplasten o nos partan al medio como una tela que se raja si se la cincha demasiado. En ese aceptar y reconocer es fundamental tener conciencia de los límites y no transgredirlos, o por lo menos, no transgredirlos constantemente! Porque eso lleva al desastre desde todo punto de vista. (a veces uno se da cuenta tarde que los transgredió porque sobrevaloró sus capacidades o su resistencia).

   -¿Cuáles son los preparativos para el próximo Sínodo, teniendo en cuenta que será la Asamblea Sinodal número 50? ¿Cuáles visualizas que serían los temas que se podrían tratar allí?

   -El sínodo número 50 está en pleno preparativo, seguramente un tema relevante será la culminación del proceso de 12 años de la AAC en el Chaco y la apertura de un nuevo camino en nuestro relacionamiento y compartir compañero con los hermanos qom. Vale la aclaración también de que si bien es el sínodo 50 no es el año 50, sino el año 48, puesto que hubo dos sínodos extraordinarios que llevan a que no coincida año con número. Así que si bien recordaremos que es el sínodo 50, no hemos previsto celebraciones especiales por esta razón. Otro tema que puede implicar un preparativo especial para el año 50, será la bienalización en la modalidad de trabajo sinodal. Este tema que viene desde hace tiempo, pareciera encaminarse a una resolución bien orientada y mucho más práctica para el trabajo de la IEVRP en general, en sus distintos estamentos.

   .¿Cómo te imaginás que será el futuro de la iglesia? ¿Cuáles son los desafíos que se representan en este sentido?

   -Solo el Señor conoce el futuro. Lo demás son especulaciones. Mi creencia, hecha esta salvedad, es que nadie, ni la iglesia, ni institución alguna tiene nada asegurado. La única seguridad son las promesas de Jesucristo a las cuales accedemos por la fe, no por la eficiencia administrativa ni la justeza teológica o académica o la bondad de nuestras acciones. Y esas promesas tienen poco que ver con las instituciones y mucho con la vida. Por lo tanto, en sencillísima lógica, si las instituciones quieren tener futuro lo más sabio que pueden hacer es preocuparse y ocuparse por la vida de las personas, por la vida concreta, no como concepto abstracto, y procurar ser comunidades inclusivas donde la vida y sus particularidades es respetada y engrandecida con gestos y acciones que la cuidan, la acrecientan y la dignifican. Institucionalmente esto siempre estará en tensión con la disciplina, el reglamento, el orden y la organización que son imprescindibles y parte también de esa tranquilidad que la vida necesita para desarrollarse responsablemente en libertad. En ese camino transitamos, implorando la guía del Santo Espíritu, sin el cual nos perderíamos en los meandros de nuestras indecisiones y contradicciones humanas. Nuestro compromiso, nuestro trabajo, nuestro aporte, son nuestra respuesta agradecida al trabajo fundamental que Dios hizo en Jesucristo. Si tenemos en claro esto, siempre habrá futuro, aunque no sepamos cómo será. Y saberlo en definitiva, no importará tanto, porque lo lindo será vivirlo descubriendo los milagros de cada día, como niños curiosos que descubren la vida y su belleza, con la convicción de que lo mejor aún está por venir.





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