PAGINA VALDENSE

PAGINA VALDENSE

domingo, 30 de septiembre de 2012

Reflexión:



INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA

   En el noticiero de la televisión están entrevistando a una abogada, quien explica que Pablo está internado en un hospital en estado grave y que, entre otros tratamientos, necesita una transfusión de sangre. Pablo, que pertenece a una comunidad de fe, ha firmado un formulario por cual establece que de encontrarse en necesidad de ser transfundido NO autoriza que se haga esta intervención. Este formulario fue presentado a las autoridades del Hospital por su actual pareja también integrante de la misma comunidad religiosa. La abogada patrocina al padre de Pablo quien quiere salvar la vida de su hijo. El juez falló a favor del padre pero cuando se fue a cumplir la medida, personas de la comunidad religiosa se opusieron y, finalmente una instancia judicial superior revocó la medida y le dio la razón a Pablo que, en este caso, fue defendida por su pareja.
   Esta situación que se repite con cierta frecuencia y que los noticieros de la televisión se encargan de magnificar, nos muestra claramente un “dilema ético”, es decir, una situación en la cual entran en conflictos deseos, intereses. Por un lado, está la voluntad expresada y firmada por Pablo de no acceder a una transfusión de sangre y, por el otro, el amor de padre que quiere salvar la vida de su hijo. Es una típica situación que se encuadra dentro del campo de la “bioética”. ¿Qué es la bioética” Como lo expresa la palabra por su origen en el idioma griego (“bio”, vida, y “ética”, conducta, acción) es una de las formas particulares que toma la “ética” en los tiempos actuales.

Un poco de historia…
La ética es una rama de la filosofía y, como tal, debemos remontarnos a la cultura griega para conocer algo de su origen. Precisamente, la etimología de la palabra nos señala que “ethos” significa “carácter”. Pero la misma palabra con la sola diferencia que tiene otra “e” (el alfabeto tiene dos letras “e” llamadas épsilon y eta) significa “costumbre”. El concepto actual de ética deriva de la primera acepción. El segundo significado, pasando por el latín moris llega a nosotros el concepto de “moral”. Si bien, muchas veces se los intercambian como sinónimos, no lo son. En forma sintética podemos decir que “moral” es lo comúnmente aceptado porque está impuesto por la costumbre. En cambio, la “ética” implica un proceso de reflexión y análisis y toma de decisiones sobre situaciones controversiales.
 Basta mencionar que Platón encara el tema de la relación entre la ética pública y la privada en su obra “La República”. Aristóteles, por su parte, en su obra “Etica a Nicómaco” se pregunta acerca de cual es el bien supremo al que puede alcanzar el ser humano y se responde diciendo que es la búsqueda de la felicidad.
De la fecunda reflexión filosófica de los griegos surgen distintas corrientes que propugnan diferentes actitudes éticas frente a la vida.
Ética cristiana. La reflexión acerca del conocimiento del bien y el mal, el sentido de la existencia y el buen obrar ha sido fundamental para el pensamiento judeo-cristiano.
Decimos “judeo” porque nuestra fe su basa en la fe del pueblo de Israel expresada en su Biblia (el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana). Ya desde el libro del Génesis vemos que el ser humano, creado a “imagen y semejanza de Dios” (Génesis 1:27) tuvo la responsabilidad de trabajar la creación de Dios (2:15) y de “dominarla” (1:26,28), así como la libertad de poder optar entre “el bien y el mal y poder llegar a ser como Dios” (2:8,16-7; 3:5).
Otro aspecto novedoso es su sentido histórico. Para los pueblos circundantes toda su vida estaba ligada al proceso cíclico de la naturaleza aún su vida religiosa. En cambio, el Dios de Israel es un Dios que se mete en la historia de la humanidad para transformarla. La creación y liberación del pueblo de Israel esclavo en Egipto y su marcha hacia la tierra prometida marca y marcará toda la fe de su pueblo. La acción de Dios tiene como contrapartida la acción responsable del ser humano frente a su hermano/a, al medio en el cual vive y ante Dios.
La vida de Jesús, su piedad y anuncio del “reino de Dios”, ese mundo nuevo que él mismo hace realidad está basada en esta visión y perspectiva. El pueblo de Israel tenía leyes, mandamientos y decretos que regulaban toda su vida cotidiana. No obstante, Jesús entiende que la fe y la ética de sus contemporáneos es formal, no está basada en lo que para él es esencial: el amor a Dios y a los demás, así como nos amamos a nosotros mismos (Mateo 22:34-40). Jesús conoce y respeta los “diez mandamientos” (Éxodo 20:1-17), promulga una “nueva ley” (Mateo 5-7) pero no con el sentido de una aplicación literalista e irreflexiva de la misma. Jesús no pronuncia sentencias eternas que como un dogma se deben aplicar taxativamente en el siglo I y en el XXI. Jesús es un hombre de su tiempo que reflexiona, siente y anuncia cual es la voluntad de Dios para su tiempo (la “teología”) y que es lo que espera que sus amigos digan y hagan (la “ética”). Las cartas y libros que surgen con posterioridad son testimonios de cómo el Espíritu de Cristo se manifestó y guió a sus discípulos.
     Fueron esos discípulos que inspirados por Dios dijeron y actuaron que solo Jesucristo es el Señor, no el emperador. Fueron ellos que, sin ningún poder político ni ambiciones políticas, desafiaron con su fe y su ética al poder imperial. Fueron llamados “los del camino” (Hechos 9:2), ateos de los dioses del imperio. Los que buscaron en la vida de contemplación y el trabajo comunitario la presencia de Dios en medio de una sociedad desorientada. Guiados por el Espíritu traspasaron fronteras, conocieron nuevas culturas, lenguas, se hicieron uno con ellos para compartir y recrear el Espíritu de Cristo. Fueron mujeres que, como las “hermanas valdenses” del Medioevo predicaron el Evangelio, curaron heridas, dirigieron comunidades aunque fueran excomulgadas y quemadas vivas como brujas.
Fueron y son hombres y mujeres que, como el pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (asesinado por Hitler en 1945) no solo denunció las barbaridades del nazismo sino la claudicación ética de la Iglesia de su tiempo.
Como Mahatma Gandhi que inspirado por Cristo (¡¡¡aunque se decía que no era cristiano porque veía como actuaban los cristianos de su época!!!) condujo a un pueblo a enfrentar pacíficamente y lograr la independencia de su país ante el imperio de turno.
Como Marthin Luther King que lucha por los derechos civiles y políticos de sus hermanos.
Como tantos hermanos y hermanas que desafiados por todos los problemas que plantea el avance tecno-científico que pone a nuestro alcance tantos instrumentos y posibilidades de conocimiento que desafían nuestro concepto del mundo y de nuestro accionar sobre el mismo. Indudablemente, el siglo XX fue un punto de inflexión. Las tragedias de las 2 grandes guerras mundiales, la bomba atómica, los campos de exterminio (Auschwitz como emblema), la manipulación con los seres humanos a partir del desarrollo bio-médico pusieron en crisis la ilusión de un desarrollo ilimitado de las potencialidades humanas. Por eso es que Van Rensselaer Potter en su libro “Bioética. Un puente al futuro” (1971) expresa “Si hay ‘dos culturas’ que parecen incapaces de hablar una a la otra –ciencia y humanidades- y si esto es parte de la razón por la que el futuro se muestra tan incierto, entonces posiblemente deberíamos tender un ‘puente hacia el futuro’ construyendo la disciplina de la Bioética como un puente entre las dos culturas”  (1) Quien acuñó la expresión “bioética” expresó claramente este nuevo y viejo dilema de las posibilidades de conocer nuestro mundo circundante y de actuar de acuerdo a principios y objetivos.
        El mundo en que vivimos nos plantea innumerables interrogantes que van desde nuestra responsabilidad en la preservación del lugar en que vivimos (la cuestión ecológica) hasta las acciones que tienen que ver con decisiones sobre el comienzo y final de la vida (fecundación “in vitro”, manipulación genética, eutanasia, etc.). Desde nuestra acción como ciudadanos en un mundo cada vez más interdependiente con crecientes desigualdades económicas y sociales hasta nuestra vida cotidiana sacudida por problemáticas diversas (problemas laborales, stress, discriminación por cuestiones sociales, de género, etc.) 
         Poder responder a la pregunta “¿qué puedo hacer yo como creyente en Jesucristo y miembro de esta iglesia frente a esta problemática?” exige de nosotros una disponibilidad para que junto con otros y otras, podamos reflexionar a la luz de la Palabra de Dios sobre los desafíos que nos plantea Jesucristo para actuar en comunidad guiados por el Espíritu Santo y caminando en la esperanza del reino.

Darío Michelin Salomon

Notas.
(1) Citado por MAINETTI, José A. Bioética sistemática, Ed.Quirón, La Plata, 1991, p.11.

Bibliografía básica.
AA.VV. Bioética, Aborto, Eutanasia, Documentos de estudio, Mesa Valdense, Colonia Valdense, pp.92.
BONHOEFFER, Dietrich, Ethique, Labor et Fides, Genève, 1965, pp.320.
BONHOEFFER, Dietrich, Yo he amado a este pueblo, La Aurora, Buenos Aires, 1969, pp.78  
MAINETTI, José A. Bioética fundamental, Ed. Quirón, La Plata, 1990, pp.83
MAINETTI, José A. Bioética sistemática, Ed. Quirón, La Plata, 1991, pp.102
LEHMANN, Paul L. La ética en el contexto cristiano, Alfa, Montevideo, 1968, pp.386.
MIGUEZ BONINO, José Ama y haz lo que quieras, América 2000, Buenos Aires, 1973, pp.136.
SCHUURMAN, Lamberto Ética Política, América 2000, Buenos Aires, 1974, pp.296.
PFEIFFER, María Luisa Bioética ¿estrategia de dominación para América Latina? Ed.Suárez, Mar del Plata, 2004, pp.255.


No hay comentarios:

Publicar un comentario