Antes de comenzar,
tengo que aclarar que esto es una reflexión en voz alta a título personal, no
hay recetas ni conclusiones cerradas sino preguntas para seguir pensando
juntes. Este aporte plantea cuatro pasos ante una cultura que nos calla y
aplasta como es el patriarcado.
Pararse
El desafío de
reflexionar sobre una realidad en el cual una está inmersa no es tarea fácil,
porque implica pararse, reflexionar no solamente la realidad externa sino las propias
contradicciones. Tengo que ser sincera, intento ser feminista pero no puedo negar
que soy parte de una cultura católica, patriarcal y capitalista. Todo esto
influye no sólo en mí, sino en toda la sociedad.
Por
eso pararse no es detenerse,
ni es una lucha solitaria
sino con y junto a otras,
para que
nazca una nueva humanidad.
En este primer
paso, podríamos realizar una breve tarea de memoria. Siempre que estudiamos los
pasajes bíblicos o en la escuelita o catecismo, lo primero que nos salen son
personajes masculinos: Abraham, Issac, Jacob -para hablar de la época de los
patriarcas-; pero no destacamos a Sara, Agar, Lía, Raquel, o en éxodo: a María,
Ester, Judith; incluso a otras del antiguo y del nuevo: María, María Magdalena.
Es un desafío escudriñar y rescatar a estas mujeres que pese a la cultura,
están ahí para decirnos algo; como también rescatar a las mujeres de nuestras
comunidades que hicieron el esfuerzo de mantener viva la fe.
Mirar
Esto lo podemos
tener en cuenta de nuestro Dios/a; él es un Dios que ve, el Roy, y precisamente
se manifiesta así a Agar (Gn. 16: 13-14) oprimida por ser mujer, esclava y
extranjera. Dios no es un Dios neutro y ella recibirá la misma bendición de
Abraham. Podemos decir que Agar es nuestra matriarca que nos trae a la memoria
un Dios que luego se manifestará así en el éxodo: Yo visto la opresión de mi
pueblo.
Ver no es tarea sencilla, tanto en la Biblia como la vida,
tenemos que prestar atención a esos pasajes que nos ayudan a resistir la
cultura dominante. Para mejorar la visión la hermenéutica bíblica nos propone
sospechar, sabemos que ningún texto es neutral. Para este paso también podemos
plantearnos preguntas:
¿Por qué es Eva la
que come el fruto y se lo da Adán? ¿Cuándo fue escrito esto? ¿Cuál es la intención?
Hoy sabemos que los mitos refuerzan una realidad existente, y vienen a
justificar la superioridad del hombre sobre la mujer, tal porque ella es la que
se resistía a la monarquía -época en el cual se escribió este texto-, y tenía
en sus cantos -como el de María- un Dios que liberaba a su pueblo, o el Dios
gratuito de Agar que no exigía sacrificio.
Otro ejemplo del
nuevo testamento se presenta en el Evangelio de Mateo, es el único evangelista
donde aparece la madre de los hijos de Zebedeo pidiendo a Jesús los primeros
puestos (Mt 20: 20-28). ¿A quién quiere proteger Mateo? ¿Por qué en este caso
es utilizada la imagen materna para pedir privilegios? La actitud de Jesús
supera la intención de manipulación y les habla directamente a los discípulos.
Limpiar nuestra
visión e intentar sacarnos los anteojos de la cultura patriarcal nos ayudan a
interpretar no sólo la Biblia sino la vida.
Compadecerse
Compadecerse es
ponerse en lugar del otro, no es dar limosna o propina, es mucho más que eso;
en el lenguaje bíblico la palabra que se utiliza es misericordia, muchas veces
mencionada tanto por Dios y exigida entre su pueblo. ¡Misericordia quiero, no
sacrificio! Esto es actuar desde las entrañas, con todo el ser. ¿Cuántas veces
el sistema patriarcal y capitalista exige sacrificios de los débiles de la
sociedad, la clase obrera, las mujeres, lxs pobres lxs niñxs?
Son las mujeres
las que ponen en práctica la misericordia, las parteras en el éxodo que
desafían astutamente las órdenes del faraón. La memoria subversiva de las
mujeres la podemos observar en los cantos, y uno que paso de generación en
generación fue el canto de Ana (1 Sam 2:1-10) y María (L. 1 46-55) donde dice
que la misericordia de Dios es dar pan a los hambrientos y despedir con manos
vacías a los ricos. Entonces, la misericordia no es apolítica, porque Dios
también siente desde las entrañas, y padece con la que sufre. En este paso
también nos podemos hacer preguntas: ¿Quién es hoy el oprimido/a? ¿Dónde está
presente Dios o la comunidad? ¿Cuáles son las acciones de misericordia?
Actuar
El último punto es
la acción, porque mucho se puede teorizar pero es haciendo cuando vemos los
aciertos y los errores. En este paso tenemos muchos ejemplos de Jesús dando la
mano, curando, escuchando, no juzgando. Pero también muchas mujeres:
·
- La samaritana habla con Jesús a pesar de que lo reconoce como judío y luego da testimonio de él en su aldea. (Jn. 4)
- Una mujer extranjera lo hace cambiar de opinión y cura a su hija (Mc. 7: 24-30)
- Una mujer lo unge frente a sus discípulos, en un momento que se sabía que Jesús sería asesinado por las autoridades. (Mc 14: 1-10)
- Y son ellas las únicas presentes en el momento de la crucifixión. Y también testigos de su resurrección.
Lo que podríamos
preguntarnos, es qué acciones estamos realizando para que nuestras comunidades
sean inclusivas.
Estas cuatro
acciones que propongo en esta página, son las que realiza el samaritano ante el
caído en el camino: pararse, mirar, comparecerse y actuar. (Lc. 15: 25-37), y nos
sirven como guía para una lectura porque él es el prójimo. De esta manera,
considero que podemos llevar a práctica una lectura crítica, pero a la vez
centrada en el amor más allá de toda frontera, racial, ideológica y sexual.
Carmen Alegre
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Artículo publicado en Página Valdense en la edición de Agosto 2018
Artículo publicado en Página Valdense en la edición de Agosto 2018