PAGINA VALDENSE

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lunes, 13 de noviembre de 2017

El risveglio: conflicto y renovación



Unos 300 años después de la decisión del Sínodo de Chanforan de adherir a la Reforma, los valdenses vivirán, y como consecuencia del estrecho vínculo creado con distintas iglesias protestantes, una experiencia conflictiva: el risveglio o despertar. Este movimiento de renovación estuvo presente en todas las iglesias protestantes y por tanto el vínculo de los valdenses con los reformados suizos de habla francesa fue la puerta para que su influencia llegara a ellos.  

Será Félix Neff, un predicador proveniente de Ginebra, quien llega a Lucerna San Giovanni en junio de 1825, para realizar una gira de evangelización durante un mes, y traer esta nueva manera de vivir la fe. Su palabra persuasiva motivó a muchas personas necesitadas de una vivencia de la fe que su vieja iglesia ya no les podía dar.

En este sentido, hay consenso en definir que la vida espiritual de la comunidad valdense en ese período era estrictamente formal y tradicionalista, más cercana al Dios de los ejércitos del Antiguo Testamento, que al mensaje de la salvación en Cristo. Eran respetuosos y participaban de las prácticas religiosas, pero más como un hecho de costumbre que de motivación personal a partir de la fe.  Ellos sabían y se sentían parte de un pueblo ligado a una experiencia de fe heredada de los padres. No estaba en duda el sentido de pertenencia, pero lo dejaban bajo la responsabilidad de los pastores.
 
Ese bajo nivel de espiritualidad fue sacudido a partir de la llegada de Feliz Neff, quien fue invitado a predicar en San Giovanni, San Germano y Torre Pellice, además de guiar una serie de reuniones para propiciar el avivamiento. Su prédica era una invitación a reconocerse como pecadores, a hacer acto de arrepentimiento y abandonarse a la gracia de un Dios amoroso, a confiar en la misericordia de la salvación en Jesucristo, a vivir en la esperanza de su retorno. 

Si bien esta prédica no echó raíces en el liderazgo pastoral de la zona, ni en la mayor parte de la comunidad, generó en varios un resurgir de la fe y sus prácticas. Comenzaron a organizarse reuniones en casas de familia, con lectura y meditación de la Biblia, canto de himnos y oraciones libres, actividades con un carácter muy distinto de aquellas ya fijadas y formales de la liturgia reformada tradicional. Líderes como el maestro Daniele Meille y el anciano del Consistorio de San Giovanni, David Lantaret, propiciaron estas iniciativas. 

Pero pronto estalló el conflicto. Aunque es bueno señalar que no será la prédica lo que ocasionó el enojo y la reacción contraria, sino sus duras críticas al modo de vivir la vida religiosa. El pastor Bert en Torre Pellice se lamentó que hubiese predicado como si la comunidad valdense nunca hubiera oído el Evangelio. Por su parte el pastor Mondón, pastor en Lucerna San Giovanni, cuestionó la crítica que se hacía a costumbres como el baile por ser contrarios al pudor y a la honestidad, y los juegos militares como el tiro al blanco que se solían practicar los domingos.

Con la expulsión de Lantaret del Consistorio de San Giovanni, en 1830 la fractura estaba consumada, aunque será en mayo del año siguiente que se dará la verdadera escisión, con la formación de una iglesia disidente, que contó la asistencia del pastor Giovanni Gay, recién llegado de Ginebra con todas las ideas del risveglio. 

Con la muerte del pastor Mondon en 1832 el clima adverso fue disminuyendo y sobrevino una división interna entre los mismos disidentes. Fueron éstos en 1833, en ocasión de la fiesta católica del 15 de agosto en la cual estaba prohibido a los valdenses trabajar, quienes se dieron cita sobre las alturas de Angrogna, haciendo surgir lo que hoy recordamos y celebramos como la fraternidad valdense. 

Como toda tensión, quedan cosas importantes que señalar de esta experiencia y que una nueva generación de pastores ayudará a valorar. Hay un volver a la Biblia, a la centralidad de Jesucristo y sobre todo un claro énfasis en el ministerio de los laicos, que toman un protagonismo perdido. Se percibe nuevamente el desafío de la evangelización.  Hay una crítica al formalismo, al mero racionalismo y a actitudes de vida poco evangélicas. 
En su libro “Los Valdenses 3”, Giorgio Tourn hace un planteo sobre el tema que me parece vigente en tanto es una tensión permanente: ¿Debe conservarse la herencia del pasado o hay que dar vida a un nuevo modo de ser “valdense”?  Sin duda el desafío es ser valdense en cada momento histórico y ello pasa por la fidelidad a Jesucristo y su evangelio. Hay una identidad que debe renovarse constantemente. 

Sergio Bertinat
 
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Bibliografía 

Armand Ugon, Augusto. Storia dei valdesi/2 Claudiana, pág. 277-283
Gastaldi, Ugo. I movimenti de resveglio nel mondo protestante. Claudiana, pág. 125-131
Tourn, Giorgio. Los Valdenses 3. Ed. Iglesia Valdense, pág. 274-278
 
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Artículo publicado en Página Valdense en la edición de Septiembre 2017 

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