«El otro irrumpe y en
esa irrupción nuestra mismidad se ve desamparada, destituida de su egoísmo (…)
el otro vuelve y nos devuelve nuestra alteridad, nuestro propio ser otro; es el
devenir otro (…) otro inalcanzable, irreductible, efímero en su nombre,
inabordable, que se aleja en su misterio, con su misterio».
Carlos Skliar
Cuando hablamos de
Campamentos…
Los
campamentos son instancias especiales de encuentro con les otres, en los que se
instala un diálogo constante entre varias partes. Es mi cuerpo en contacto con
otros cuerpos, conviviendo, compartiendo instancias diarias con aquello que no
conozco, pero que me permite transformarme y trasformar. Podemos decir que: hablamos
del cuerpo, hablamos con el cuerpo, hablamos desde el cuerpo, para construir un
camino de cambios…
Parafraseando
a Ariel Castelo[i], consideramos los
campamentos y en particular el juego, como instancias que fortalecen y desarrollan
tres dimensiones, que nos colocan «con
los pies en la tierra, la cabeza en las nubes y el corazón en las manos». Pensar,
actuar y sentir, las tres dimensiones imprescindibles para la acción
comprometida, creativa y jugada.
Con los pies en la tierra…
es una forma de decir
que nos paramos en la realidad, que nos interesa y que luchamos por
transformarla para que sea más justa, más sana, más libre para todes, nos
conectamos con la vida real y enfrentamos los obstáculos para encontrar las
mejores soluciones; apelamos a la racionalidad como uno de los muchos recursos
humanos para la resolución de problemas complejos, pero no como el único, ni
tampoco como el más importante.
Con la cabeza en las
nubes… es una apuesta a
la imaginación, a la fantasía y a la creatividad, desplegadas también, como
recursos humanos, inmensamente ricos y fecundos para desarrollar algunas
capacidades personales y sociales que nos permitan soñar y poner todo nuestro
esfuerzo en acción para alcanzar esos sueños.
Con el corazón en las
manos… es la convicción
que tenemos sobre la imprescindible e impostergable atención a esta necesidad
fundamental de la humanidad para alcanzar su desarrollo integral: la
afectividad; poner la ternura y el afecto a “flor de piel”, porque si de algo
se trata la vida, para todes, es sobre una larga carrera por alcanzar un estado
de felicidad plena y estable, una simpleza tan inmensamente compleja que no
debemos jamás perder de vista.
Los campamentos y los
vínculos, desde la cotidianeidad…
Resulta que
los campamentos también son liberadores, porque suceden a través del juego, que
es un generador de oportunidades de cambio. Un juego donde yo soy protagonista,
donde juego con otres, donde trabajo en equipo y me supero, aprendo a manejar
mi frustración. Donde puedo ganar pero también puedo y está habilitado perder y
equivocarse, crear y resolver problemas complejos que luego servirán para hacer
frente a tareas desafiantes de la vida. Es liberador porque yo elijo estar;
donde las reglas y los límites están puestas con cuidado y amor y son
respetadas porque son consensuadas por todo el grupo. Donde se desarrolla un
espíritu democrático, opinando y aceptando la opinión de los demás, tomando
decisiones colectivas, ejerciendo ciudadanía.
En el
campamento lo aprendido es lo vivido, lo que me pasa por el cuerpo, lo que
comprendo y puedo sentir, transmitir, multiplicar en el campamento y fuera de
él. Es transmisor de valores, un ensayo para la vida, donde aprendemos a hacer
y ser comunidad.
Un lugar
donde se da la posibilidad de convivir con muchas personas, con gustos,
pensamientos y sentires diferentes a los míos.
Donde
comparto juegos, canciones, comidas y también responsabilidades en las tareas
comunitarias: poner y levantar la mesa, servir la comida, hacer el fuego.
Mediante
juegos, fogones y actividades estético-expresivas desarrollamos la imaginación
y la creatividad, divirtiéndonos y recreándonos, apropiándonos de la
participación y el espacio, creciendo y fomentando la autonomía y favoreciendo
el fortalecimiento de nuestra identidad.
Los campamentos en la Iglesia Evangélica
Valdense…
La Iglesia
Evangélica Valdense desde hace muchos años, desarrolla y promueve las
actividades de campamentos de las diferentes comunidades. Además, en el Parque
17 de Febrero, centro de campamentos de la Iglesia, hace ya 8 años que se
desarrolla una formación de líderes que implica la formación colectiva por los
propios líderes, en la que un grupo –que va cambiando con el correr de los años-,
prepara los talleres de formación para todes. Son tiempos de verdaderos
aprendizajes, de investigación de lo que se hace, de evaluar y sistematizar
conocimientos que nos permiten movernos de lugares tradicionales y nos
fortalecen a la hora de hacer frente a las nuevas realidades de nuestres
acampantes. Verdaderamente son tiempos en los que, los que antes podían ser
herramientas, hoy son nuestros objetivos principales:
·
Evangelizar.
· Cuidar y celebrar la vida
comunitaria y la creación de
Dios.
· Educar en solidaridad,
responsabilidad y libertad.
Patricia Armand Ugon y Verónica Bertozzi
[i] Ariel Castelo, director de
La Mancha, Centro de Capacitación e Investigación en Ludopedagogía, Montevideo
y director de programa en Campamentos Educativos, ANEP.
------------------------------------------------------
Artículo publicado en Página Valdense en la edición de octubre 2017