PAGINA VALDENSE

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lunes, 8 de mayo de 2017

«Los valdenses fueron perseguidos y despreciados, tal como mi familia y mis vecinos por ser de la villa»












  

De raíces correntinas, crecido en Villa Ilasa –Buenos Aires- llego a nuestra iglesia contando historias que sensibilizan. Comienza su camino en una comunidad de fe siendo parte del CUNP -espacio creado por la Iglesia Metodista, la Iglesia Discípulos de Cristo y la Iglesia Valdense junto con los estudiantes de ISEDET-, se abre camino como estudiante metodista y luego valdense en ISEDET, y en el marco de la LV Asamblea Sinodal Rioplatense, se consagra como pastor de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata.




¿Cómo era la relación de la gente del barrio con el Centro Urbano Nueva Parroquia?


La iglesia era un espacio de puertas abiertas donde podíamos participar, y lo necesitábamos porque salíamos de la dictadura militar y, de alguna forma, toda la sociedad quería expresarse. Las personas del barrio se reunían en la parroquia para debatir sus problemas, también hacíamos música, teatro callejero, títeres, etc. Siempre había algo para hacer. 


Además, como comunidad de fe afrontábamos situaciones complicadas. Recuerdo una familia del barrio, el padre y su hijo tuvieron una discusión muy fuerte, y el hijo terminó matando a su padre. Nosotros estuvimos ahí, el pastor metodista Guido Bello junto con Dario Barolin fueron a la comisaría a ver como estaba la situación de este chico que había sido detenido, y mi tarea, junto a otros/as hermanos/as, fue cuidar el cadáver en la vereda hasta que llegaran los peritos. Lo tapamos con una frazada y ahí estuvimos toda la noche. Recuerdo también que justo nos encontramos con otro muchacho que salía del culto de una iglesia fundamentalista de la zona, con su biblia bajo el brazo, muy correcto; y nos preguntó que estábamos haciendo, cuando le contamos la situación no nos creía así que uno de nosotros levantó la frazada, el muchacho quedó pálido y se fue, con su biblia bajo el brazo. Ahí me di cuenta que teníamos un testimonio de fe muy muy fuerte. 


Muchos de nosotros –los jóvenes que participábamos del CUNP- somos lo que somos porque estuvo el Centro Urbano ahí, porque construimos otras perspectivas de vida a partir de la parroquia. Cuando hablamos de la misericordia de Dios, es eso… hermanos y hermanas que dieron lo mejor de sí, que nos ofrecieron a nosotros lo mejor que tenían para dar, y eso es una bendición.



¿Cuándo comenzaste a pensar en el pastorado como vocación?



Cuando terminé el secundario, a los 17 años, el pastor metodista de la parroquia, Guido Bello, me incentivó a estudiar teología en ISEDET, pero era demasiada responsabilidad aún. 


Con el paso de unos años, después de haber participado con el pastor Oscar Nuñez en el espacio reducción de daños para usuarios/as de drogas, más preparado y con una experiencia de fe más fortalecida, comencé en ISEDET como estudiante Metodista.



Al tiempo, Oscar me invitó a la comunidad de Flores y participé de los estudios bíblicos, eran alucinantes. Me sentí muy atraído. Finalmente continué como estudiante de teología Valdense en el 2006.



Después conocí la historia del Valdismo, y es muy fuerte porque la comparo con mi historia como villero, los valdenses fueron perseguidos y despreciados, tal como mi familia y mis vecinos por ser de la villa.




¿Qué experiencias o aspectos de tu pasado te marcaron fuertemente?


Creo que varias cosas. Una es que más allá del marco de violencia, pobreza, exclusión social en el que se vivía, recuerdo que había mucha unidad en el barrio. Era habitual que los domingos la gente se reuniera en las asambleas que se hacían en la cooperativa de viviendas, mi viejo era uno de los dirigentes y convocantes, allí se definían cuestiones importantes sobre la vida comunitaria del barrio. Esto me dio una referencia comunitaria, de construcción colectiva.


Otra tiene que ver con el CUNP. A mí me sirvió mucho, me ayudó a vivir una fe desde la realidad. Me ayudó a trascender la cotidianeidad de la villa que es trituradora, alienante. Por otro lado, me ayudó a tener una concepción teológica, un modo de relacionarme con Dios; me dio contenido. Siempre me pregunto cómo hubiese sido mi vida si no hubiese estado el Centro Urbano ahí, mis posibilidades se hubiesen empobrecido mucho.



¿Qué mantenes de todo esto en tu ministerio pastoral?


La experiencia de fe como una necesidad vital para poder vivir, como un plus de energía y de fuerza que en las situaciones límites te permite levantar cabeza y seguir.



Compilación de Entrevistas, una realizada por el Equipo de Prensa Sinodal, disponible en: http://www.iglesia-valdense.org/2017/02/entrevista-al-pastor-eduardo-obregon-me-siento-salvo-por-dios/; y entrevista realizada por Página Valdense.

Artículo publicado en Página Valdense en la edición de Febrero- Marzo 2017



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