Política. Pareciera que da miedo,
¿no?
Esa palabra, que se dedica a
estudiar las relaciones de un pueblo con otro, y de las relaciones entre los
habitantes del mismo, no escapa a lo que le pasaba a los pueblos en la época de
Jesús con el imperio romano.
En la actualidad para las
mayorías, la política es un medio para la obtención de dinero y poder. Este es
uno de los escenarios actuales en donde nos encontramos los jóvenes de mi edad,
al querer decidir si meternos o no a ayudar en aquella olla popular de la
vuelta de casa, o arrimarnos al club de gurises que hay 2 cuadras más allá, a
luchar como estudiante por una educación un poco mejor; que no es otra cosa que
militar, y políticamente.
En cambio, y por suerte, pensar
en la Iglesia no da tanto miedo, ¿o sí?. Me retrotraigo a la definición
anterior y dudo, me suena contradictorio. Ya que parece que a veces nos
olvidamos que la iglesia es la institución del Pueblo de Dios, que lucha contra
el Imperio Romano, que ha ido cambiando de nombre y líderes, pero mantiene sus
intereses. El pueblo de Dios no puede ser ajeno a la política, pero nos vemos
constantemente atraídos a afirmar eso cuando se llama a “apolitizar” la iglesia.
Pero en algo los valdenses
teníamos que ser distintos. Como parte del movimiento juvenil de la misma
iglesia, creo que hemos sabido ver que la política está presente en el
cristianismo, que el proyecto de vida plena y abundante tiene sus ideales, y
que lucha por la justicia, la libertad y la paz. Como movimiento hemos luchado
contra proyectos que plantean muerte, necrófilos, y que son antagónicos a este
proyecto biófilo que es, ni más ni menos, el proyecto de Dios, sin vendas, sin
miedos, y con amor por el prójimo.
Tomás Barolin Tron, Dolores (Uru)
Artículo 'Fe y Participación Política', Página Valdense, Agosto 2016
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