Si tuviéramos que describir en dos o tres palabras lo que el 17 de febrero
significa para nuestra fe, yo diría que es el triunfo de la
resistencia. Es el día donde al fin y al cabo los ideales de la fe
vivida en libertad, en diversidad lograron vencer los muros, las cuevas,
la persecución y la muerte para salir a la luz nuevamente como aquel
día en que Valdo se despojó de sus cargas y salió a predicar las
verdades de un Evangelio hasta entonces ocultado para pocos.
El domingo pasado iniciamos la cuaresma. Al leer en comunidad el
texto de Lucas capítulo 4, veíamos que algo similar le pasaba a Jesús en
el desierto. Debió despojarse de las tentaciones, fortalecerse en el
Espíritu Santo y pasar aquellos cuarenta días de resistencia que lo
fortalecieron para su misión.
Las comunidades de fe estamos preparándonos para celebrar los 500
años de la Reforma Protestante en el año 2017. Y se vuelve inevitable el
análisis del tiempo transcurrido, de los caminos elegidos, de los
logros de la Reforma y de lo que aún nos queda como desafíos a asumir.
La primera conexión entre la resistencia de los valdenses, la Reforma
Protestante y la resistencia de Jesús en el desierto, aspectos que
serán pilares luego de la Reforma Protestante tienen que ver con la
Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es el centro de la teología protestante. La
Palabra interpretada debe ser siempre liberadora. De lo contrario estará
siendo tergiversada por intereses ocultos, individualistas o fuera de
contexto. Tanto Satanás como Jesús utilizan citas bíblicas para
argumentar sus formas de vivir la fe. Mientras que para Satanás el poder
está centrado en el individualismo, para Jesús el poder radica en la
construcción comunitaria de la fe y de la vida plena.
La Reforma buscó transformar las estructuras que se habían vuelto
enemigas de ese espacio de construcción de fe liberador y se habían ido
convirtiendo en una institución religiosa que se miraba a sí misma y
acumulaba cada vez más poder.
Hoy nosotros vamos a celebrar el
17 de febrero en el
recuerdo de aquellos fuegos que se encendieron dando testimonio de la
presencia de la resistencia, dando testimonio del triunfo de la libertad
para proclamar la Palabra.
Como iglesia de la Reforma: ¿qué tentaciones hemos tenido que
resistir? ¿Qué persecusiones hemos tenido que sobrellevar en nuestros
contextos? ¿Qué nos hace hoy reformados, valdenses, protestantes?
¿Qué fuegos encenderemos como iglesia en este tiempo plagado de
individualismos, de modelos de fe basados en la prosperidad, donde somos
tentados a vivir una fe y a interpretar la Palabra de Dios de manera
“privada”, individual?
¿Qué diremos a casi 500 años de la Reforma? ¿Qué transformaciones son
aún necesarias en nuestra iglesia para que podamos seguir siendo fieles
al discipulado de Cristo?
El fuego no puede conservarse, necesita entrar en combustión para
encenderse y después inevitablemente hará trascender su luz. Si no se
alimenta se muere.
Que en este tiempo de compromisos escasos y demandas aceleradas
por el llame ya, el pare de sufrir y el yoismo podamos animarnos a
repensarnos, reformarnos y transformarnos en la búsqueda de una iglesia
confesante de Cristo.
Carola Tron
«¿Qué fuegos encenderemos como iglesia
en este tiempo plagado de individualismos […]?»
Extraído de: www.iglesiavaldense.com/2016/02/la-resistencia/
FELIZ 17 DE FEBRERO
FELIZ DÍA DE LA EMANCIPACIÓN VALDENSE