PAGINA VALDENSE

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lunes, 26 de agosto de 2013

Texto de la predicación de María Bonafede, pastora de la iglesia valdense de Torino, sobre Mateo 7:13-14:

“¿Qué otra cosa es la vocación cristiana si no es tener la certeza de estar aferrados a Cristo, de ser “salvados” por él y de estar estrechamente anclados a nuestro prójimo?”

María Bonafede (fuente: vociprotestanti.it)

Citamos aquí un estracto de la predicación de la pastora María Bonafede, en el marco del culto de apertura del Sínodo 2013 de las iglesias metodistas y valdenses de Italia.

   Entra por la puerta estrecha porque grande es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición, y muchos son los que entran por ella. En cambio, estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y pocos son aquellos que la hallan.
   Queridos hermanos, queridas hermanas en Cristo, queridos diputados y diputadas de nuestras iglesias, queridísimos consagrados, queridos hermanos y hermanas invitados ecuménicos de nuestro Sínodo, ¿cuál es nuestra perspectiva, nuestra vocación, la palabra con la cual el Señor encuentra a nuestra vida? ¿No podría ser esta? ¿esta puerta difícil de hallar y de atravesar, en la cual se pasa de a uno por vez, solo con sus su propia fe y sus consideraciones de conciencia?
   Con la metáfora de “la puerta estrecha”, Jesús centra su mensaje en que, a la vida plena, al reino de Dios, no accede todo el mundo, y es más, para que esta puerta sea atravesada, exige decisión, compromiso y mucho esfuerzo. A menudo es necesario trabajar duro para saber cual es el camino justo, incluso la ambigüedad de la vida y de nuestro corazón hacen difícil el poder encontrarla y querer transitarla. Sin embargo, esta puerta no tiene nada que ver con un manual sobre las decisiones que hay que tomar, con el comportamiento que hay que adoptar en la vida, con el sentido moral según el cual cuanto más te esfuerces a disciplinar tu vida más te acercarás a la salvación, más bien al contrario, cuanto más tu vida sea regulada más la salvación se aleja de ti. Más bien tiene que ver con reconocer la vida que te viene al encuentro y de elegir descartando aquello que es apariencia, de reconocer la voz que te llama, el “sí” que es pronunciado sobre tu vida y quiere reconocer lo justo, aunque si por hacerlo es necesario dejar el coro, ponerse en riesgo, hacer silencio y recuperar fuerzas.  
   La puerta estrecha tiene que ver con el límite entre la vida y la muerte, entre la victoria y la derrota, entre la salvación y la perdición; es la frontera, a la que Jesús hace referencia, entre la perdición y la vida, es una cuestión de vida o muerte, de eso se trata.
   Hoy escuchamos el evangelio de la puerta estrecha teniendo en el corazón una coyuntura especial en los aspectos económico y social, en el cual, más que nuestro país, es el mundo entero el que se debate sobre qué es lo que es, aunque este interrogante también le atañe a nuestro país. De alguna manera podríamos valernos de esta metáfora de la puerta estrecha para señalar este tiempo particular que nos toca vivir. Nosotros sabemos que será duro y largo ahora, y que esta crisis epocal es el resultado del camino ancho invocado tanto tiempo por pensar en uno mismo, por el uso ilimitado y sin criterio de los recursos de la tierra, del agua y de la desatención en el campo del trabajo y el servicio a las personas… Hoy estamos obligados a preguntarnos, personal y colectivamente, de cómo modo podremos salir, con que esperanza, con que criterios, con que palabra nueva afrontaremos el espanto en el que nos hemos hundido. Y para rendirnos cuenta, solo un profundo arrepentimiento, solo la conversión del corazón y del pensamiento puede invocar la gracia del perdón, puede esperar, orar, hacer todo lo posible e implorar por hallar el sentido a la puerta de la salvación. Sin embargo, si nos obstinamos en la ilusión del final feliz y comenzamos a dar vueltas sin querer escuchar la exigencia del evangelio, pleno de gracia, pleno del sentido de Dios que es el único que es justo y salva.
   Esta es la puerta y el camino que conducen a la vida, este camino cuya salida salva o condena a la perdición, sin embargo marcada, como Jacob que obliga a Dios a luchar con él y sale cojeando, marcado para siempre, como la mujer cananea (Mateo 15:22 ss) que no acepta ser despedida por los discípulos de Jesús y por Jesús mismo, e insiste, insiste por la curación de su hija, por tener la totalidad de las migajas que los perros lamen debajo de la mesa y, sin embargo, gana todo, obtiene la vida, de ella Jesús termina diciendo que su fe es grande… como Jesús mismo, que le pide a Dios no beber del caliz de su vocación (Marcos 14:36), que lucha contra su propio destino y ora angustiado por no querer morir, y que luego muere recitando el salmo que clama a Dios preguntando “¿Por qué me has abandonado? ¿Dónde estás?”. Y nadie le responde. Esta puerta estrecha que conduce a la vida, a la verdad de tu propia vida, no solo se ubica como alternativa entre la vida y la perdición, sino que Dios la hizo estrecha porque el puede salir vivo y amoroso o desaparecer para siempre.
   ¿Verdaderamente somos los valdenses aquellos de la puerta estrecha, los que seamos capaces de recorrer un sendero difícil? No lo sé pero en mi oración espero que esta puerta esté en nuestro corazón como oportunidad de nuestro presente y como perspectiva de un futuro.
   “Entra por la puerta estrecha” no es la vida. Entrar por la puerta estrecha, queridos hermanos y hermanas, querida Nataly, querido Marco, querido Rosario, es Cristo que nos encuentra en lo estrecho de la vida, en el corazón de nuestra lucha por no perdernos en el sinsentido y en el miedo. Es Cristo que está en el rostro desesperado de aquel que no aguanta más, sea cual sea la razón de su llanto. Cristo es la puerta y es el camino a la vida, nos dice el evangelista Juan. ¿Qué otra cosa es la vocación pastoral y diaconal sino reconocer el encuentro fundamental de la vida, no como un paseo lleno de premios y honores sino como un cuello de botella en la que se vislumbra la libertad y la vida cuando no se lo pensaba como imposible? ¿Qué otra cosa es la vocación cristiana si no es tener la certeza de estar aferrados a Cristo, de ser “salvados” por él y de estar estrechamente anclados a nuestro prójimo?
   La puerta estrecha no es una condena, ni mucho menos un destino amargo, sino la posibilidad preciosa que, con diversos modos e intensidad, nos es ofrecida hoy. No se trata de un “no” pronunciado en nuestra propia vida, sino de un “sí” más verdadero, más misericordioso, más justo.
   De esto tenemos que hablar y de nada más. De este “sí” tenemos que nutrirnos, con la lectura, con la oración, intercambiando los estrechos pasajes de la existencia con otros. De este “sí” podemos presumir y de nada más.

(Fuente: www.chiesavaldese.org)

   

domingo, 25 de agosto de 2013

Unión de las Iglesias Metodistas y Valdenses de Italia:

                     Apertura del Sínodo 2013


Este domingo 25 de agosto comenzó, en Torre Pellice, el Sínodo de las iglesias metodistas y valdenses. Lo primero que la sesión sinodal hará será un examen de lo hecho por las comisiones administrativas electas en el Sínodo anterior. Durante el culto de apertura fueron consagrados dos nuevos pastores y una diácona. En las sesiones sinodales se abordarán los principales temas relacionados con la presencia y el testimonio de las iglesias: adaptar las organizaciones de la vida de la iglesia, trabajo de los pastores y de los consejos de iglesia, compromiso de los laicos; identificar las opciones prácticas en las gestiones de los fondos Ocho por Mil, a la luz de las indicaciones dadas por los sínodos anteriores (fuente: www.chiesavaldese.org).