Un aporte a la reflexión colectiva
El miércoles 17 de octubre se aprobó en la
cámara de senadores de la
República del Uruguay un proyecto de ley para la interrupción
voluntaria del embarazo. El proyecto contempla que toda mujer, argumentando
razones sociales, económicas o etarias, ante un profesional de la salud puede
acceder a la interrupción del embarazo durante el período de las doce semanas de
gravidez, previo diálogo con un equipo interdisciplinario que le informará otras
alternativas que la mujer podría tener en cuenta (por ejemplo, la posibilidad
de dar el niño a adopción). Próximamente el presidente de la República, José Mujica, tendrá
la opción de poner en vigencia la ley o de vetarla. “El presidente ya dijo
públicamente que no vetará esta ley y no cambió de opinión”, aseguró Gonzalo Carámbula,
secretario de Comunicación Institucional del Poder Ejecutivo (Página 12, jueves
18 de octubre de 2012).
La Interrupción Voluntaria del Embarazo
(IVE), al igual que otros temas éticos, dividen a la sociedad, se escuchan
argumentos a favor o en contra, polarizando el debate e incluso anulando
cualquier posibilidad de diálogo. Además, hay quienes, en nombre de la fe
cristiana, se otorgan la representación de la voz de todos los cristianos y
cristianas, un movimiento tan multicolor, con tantas voces que no se pueden
abarcar desde una sola opinión.
Sin embargo, el tema nos desafía a promover
espacios de dialogo para intentar aproximarnos a una realidad compleja y
dolorosa, sobre todo porque está en juego la salud de cientos de personas
alrededor de la problemática del aborto y esa situación no debiera pasarnos
inadvertida.
“El proyecto (de ley de Interrupción
del embarazo) tiene como objetivo disminuir el número de abortos en el país”,
indicó el diputado Ivan Posada, quien llevó adelante la propuesta de ley. “Se
habla de que hay 30.000 al año, es una cifra hipotética, pero sea el número que
sea es realmente dramático para un país donde anualmente nacen 47.000 niños”,
explicó el legislador (eltribuno.info).
Por el lado de Argentina: “Las cifras de IVE clandestinos son muy altas,
55 mil mujeres son internadas en los hospitales públicos por abortos mal
realizados, y son altos los índices de mortalidad, 400 por año (cifras del
Centro de Estudios de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires)” (Yanina Vigna,
Interrupción Voluntaria del Embarazo,
Página Valdense, septiembre de 2010).
No se trata aquí de promover el aborto a diestra y siniestra. No creo
que nadie con dos dedos de frente haga una apología del aborto pero, como hemos
visto en los datos anteriores, las prácticas abortivas existen y es una de las
principales causas de muerte de mujeres, sobre todo de aquellas que tienen más
bajos recursos.
Cuando escuchamos a algunos grupos cristianos referirse al tema del
aborto tienden a culpabilizar a las mujeres, las tratan de “asesinas”. ¿Son
realmente ellas las culpables? Esta realidad me hace recordar al texto de Juan
8:1-8: le traen a Jesús una mujer acusada de adulterio, la cual sería muerta a
pedradas, y él los desafía a los hombres acusadores, “el que esté libre de
pecado que arroje la primera piedra”. Entonces, ¿será culpable la mujer,
aquella que incluso pone en riesgo su vida, o es que la sociedad crea
condiciones opresivas, de inequidad económica, de injusticia social, de
opresión de géneros, que promueven la necesidad del aborto? ¿Quién es el
culpable cuando la sociedad penaliza el aborto y lo condena desde la religión
pero mantiene lucrativas clínicas en donde se realizan intervenciones
abortivas?
Además, los apologetas del “no al aborto” promueven la “defensa de la
vida” a ultranza, e incluso, argumentan que el embrión es el ser más
vulnerable. ¿Quién puede estar en contra de la defensa de la vida como un valor
ético irrenunciable? Pero ¿qué dicen sobre la vida de las mujeres? Pienso que
tenemos que contemplar la vida del embrión y también de la mujer, quien tiene
derecho a la vida plena y digna. Hoy ocurre que otros deciden sobre los cuerpos
de las mujeres, el Estado, las iglesias, etc, y muchas de ellas, por diversas
situaciones de opresión, padecen los embarazos y no quieren ser madres. Las
miles de mujeres que deciden interrumpir su embarazo anualmente testimonian
sobre esta realidad.
Por otra parte, quienes se oponen a la Interrupción Voluntaria
del Embarazo toman textos bíblicos para sustentar sus argumentos. Habitualmente
se recurre al texto de Jeremías 1:5 en donde dice: “Antes que te formaras en el
vientre te conocí, y antes que nacieras te santifiqué…”. Se toma un párrafo
bíblico para descontextualizarlo y justificar la oposición a la interrupción
voluntaria del embarazo. El texto de Jeremías, escrito hace dos mil seiscientos
años atrás, en donde el profeta percibe que es un elegido de Dios y esta
certeza le da valor para denunciar las injusticias de su tiempo, ¿Qué relación tiene
con el tema de la
Interrupción Voluntaria del Embarazo? Tenemos que reconocer
que hoy abordamos temas que en los tiempos bíblicos ni siquiera fueron pensados
pero, sin embargo, tenemos como orientación los valores que promueven los
evangelios: la vida plena para toda la creación y la misericordia de Dios como
guía del corazón.
En este sentido, es importante tomar conciencia sobre la gravedad que
conlleva el practicarse un aborto, incluso para la mujer; no solo que pone en
riesgo su vida sino que luego le quedan secuelas psicológicas irreversibles.
Por esta razón no es recomendable interrumpir el embarazo mediante una práctica
abortiva. Sin embargo, podríamos abrirnos a las diversas realidades de las
mujeres que deciden interrumpir el embarazo de manera voluntaria, escucharlas y
no señalarlas con el dedo acusador. Ellas atraviesan por un profundo dolor y
les sería más valioso que nos acerquemos y les brindemos el acompañamiento para
ayudarlas a poder continuar con sus vidas.
En tal caso, quería compartir con ustedes algunas de mis reflexiones a
modo de preguntas, con el fin de aportar a un diálogo que nos ayude a tener un
compromiso serio y profundo con la vida.
Eduardo
Obregón.